Para ello organiza sesiones de Wii «como premio a los que asisten regularmente», asegura el profesor Bernabé Álvarez (la videoconsola es suya), con las que incrementan su vocabulario, algo especialmente importante para los alumnos magrebíes (también hay muchos gitanos) con dificultades en el uso del idioma.
«Los chavales responden muy bien y están encantados», explica Álvarez, quien dice que el éxito también es de Juan David, un educador social gitano que trabaja en el instituto y «facilita el trabajo con las familias». Aunque no todo es videotecnología; a veces también recogen aceituna para que sepan lo duro que es el trabajo en el campo y les premian con una merienda.
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