"Soy muy directa, muy clara y no tengo ningún filtro", de esta forma se presentó Tamara, una joven valenciana que llegó con fuerza al programa de este miércoles de First Dates. "Me gusta que me miren y saber que llamo la atención. Estoy buscando algo estable a largo plazo y me gustan que los chicos me digan lo que piensan, que sean naturales", comentó. Eso sí, dejó muy claro que "no me gustan que estén a mi lado y me digan que sí a todo".
Su cita de este miércoles fue Eugenio, al que tampoco le pudo la timidez y dejó claras sus preferencias desde el principio: "Me gusta experimentar cosas nuevas, el tema de las cuerdas, esposas, tapar ojos y bocas me gusta bastante. Eso le da un poco de morbo a las relaciones". Y parece que a Tamara le gustó, porque nada más verlo entrar al restaurante de Cuatro afirmó: "Los chicos me gustan así, con esa pinta de malo capullete", a lo que él respondió que "ella sí que es espectacular".
Antes de la cena, Tamara le contó que tenía una niña de 16 meses, a lo que Eugenio comentó: "Soy tío de seis sobrinos y no sé si sería capaz de poder convivir con una persona que tenga que criar a esa criatura porque me daría muchísimo miedo".
En la cena comentaron que ella vive con su familia y su hija, que casi no sale... "Para mí salir de fiesta es tomarme dos cubatas, fumarme una cachimba y a las tres o las cuatro estoy en casa". mientras que él admitió que "soy un aburrido y apenas salgo". En ese momento, el ilicitano empezó a piropearla para conquistarla: "Eres muy guapa, al entrar me has causado tanta impresión que he empezado a temblar. No sabía ni lo que le iba a pedir a Matías para beber", confesó entre risas.
Según ganaron confianza, empezaron a hablar de gustos y fetiches sexuales, y en ese momento, Eugenio reconoció que "a mí lo que me gusta es el bondage, todo el tema de cuerdas, esposas, dominación...". A lo que Tamara le contestó que a ella también. "Me gusta que me dominen, pero tampoco me estoy quieta". Con el ambiente caldeado pasaron al privado, donde la valenciana comenzó a besar el cuello del ilicitano, sellando así su cita.
Ambos reconocieron que volverían a verse y Eugenio, usando un juego de palabras, admitió que "tenemos cabos que atar", mientras que ella le contestó entre risas que "quiero que lo ates todo".
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