La estación de Sants de Barcelona vive este viernes una mañana más tranquila de lo habitual a pesar de la huelga convocada en Renfe por el sindicato CGT.

En los andenes de Rodalies y los accesos a los trenes de alta velocidad la afluencia era menor que en un día laborable normal, en parte, también por el anuncio de movilizaciones de los CDR contra la celebración del Consejo de Ministros en la Llotja de Mar.

Algunos pasajeros, no obstante, se han quejado de que no habían recibido información sobre la convocatoria. Es el caso de Olga, una usuaria, que tenía que ir al aeropuerto del Prat para coger un vuelo con destino a León y una hora y media antes del despegue aún se encontraba en Sants esperando el tren durante más de 45 minutos.

Fuentes de Renfe han explicado que los servicios mínimos, del 66% entre las 6 y las 9.30 horas, se han cumplido con normalidad.

Susanna, otra usuaria de la línea R-1, explica que ha cogido el tren este viernes por miedo a encontrarse la Ronda cortada por las protestas porque además los servicios mínimos decretados en Renfe los econtraba "razonables".

Otro pasajero, Xavi, comenta que ve el mismo movimiento de todos los días en la estación de Sants pero que sí que ha notado "más presencia policial en el exterior".

Diversos pasajeros del aeropuerto del Prat con vuelos programados para este 21-D han relatado cómo se las han ingeniado para poder llegar con horas de antelación por miedo a perder sus vuelos. Por ejemplo, María José, hija de una pasajera de 78 años de edad, comenta que han llegado a las instalaciones con 12 horas de antelación y que temen no poder regresar a casa por los cortes de circulación en las carreteras catalanas.

Francesc, viajero, dice igualmente que ha preferido acceder al aeropuerto con más de 12 horas de antelación respecto a la salida del vuelo porque para él perder este avión era "perderlo todo". Carmela, otra pasajera, remarca que ella y un amigo llegaron anoche justo después de la cena de empresa por miedo a perder su vuelo.

Más crítico con la situación es Joaquim, que dice que él y su familia están cansados de pasar la noche en el aeropuerto "tirados en el suelo como perros" por temor a las afectaciones del 21-D.