También disfrutar del entorno, los deportes al aire libre, de artesanía o cursos de cocina tradicional. Esta atractiva (y romántica) opción la ofrecen siete casas rurales integradas en la asociación Casas Singulares.

Dos de ellas, La Llar d’Aitana y Mediterráneo Rural, han alcanzado ya la categoría superior (las cinco estrellas de estos alojamientos), y las demás están en proceso de conseguirla. Además, comenzarán en pocos meses a someterse a una nueva clasificación similar a las de los hoteles, donde en vez de estrellas se concederán espigas.

De momento en todo el país sólo hay una clasificada con cuatro espigas, aunque pronto las dos casas superiores de la provincia aspirarán a lograr las cuatro espigas.

¿Un negocio con futuro? Aún no se sabe. María da Silva y Juan José Gimeno llevaban 25 años en la audiología y quisieron cambiar de vida.

Hace ocho meses abrieron un hotel en la Vall de la Gallinera llamado El capricho de la Portuguesa. «La rentabilidad es a largo plazo, te guía la ilusión y las ganas de vivir más tranquilo», dicen.

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Viajes familiares

Los turistas que acuden habitualmente a este tipo de alojamientos son principalmente familias con niños y parejas que buscan «la tranquilidad», dice María Isabel Baeza, presidenta de la asociación Casas Singulares. Otra de las asociadas asegura que una pareja de clientes habituales «se hicieron novios» en su hotel y también «se prometieron en matrimonio».