Dan menos trabajo y son más rentables. O sea que avanzamos a gran velocidad a una sociedad de servicios plena, en el que el trabajo históricamente más importante, la actividad agrícola y ganadera, no sólo pierde fuerza sino que amenaza con no significar casi nada.
Según los datos que ofrecía este periódico anteayer, en ocho años en Asturias se han abierto 330 establecimientos turísticos en el ámbito rural y al mismo tiempo se ha reducido la cabaña en 63.000 ejemplares y han cerrado 9.000 explotaciones. Sin embargo, el mismo lunes el sindicato UCA entregaba 25 carnés de cualificación profesional a otros tantos jóvenes que han decidido ser agricultores –algunos ecológicos– o ganaderos.
Hay que felicitarlos por ir contra corriente, aunque ahora la subida del precio de la leche pueda dar a entender que hay mejores expectativas en el campo. Pero eso es pasajero y coyuntural. Mientras tanto, la Administración intenta con leyes como la que presentó ayer la ministra de Agricultura, Elena Espinosa, en Oviedo, revitalizar las áreas rurales y darles sentido. ¿Será posible?
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