'Justo antes de Cristo': una comedia realista y romana sobre "un supernini" de época

  • La ficción cuenta los enredos de soldados, nobles y esclavos en un campamento de la legión romana.
  • Está protagonizada por Julián López.
Julián López y Xosé Touriñán en 'Justo antes de Cristo'.
Julián López y Xosé Touriñán en 'Justo antes de Cristo'.
Emilio Pereda / Movistar+
Julián López y Xosé Touriñán en 'Justo antes de Cristo'.

Una gallina parda camina tranquila por el plató, ajena a las rarezas de los humanos. Picotea un poco un maletín de maquillaje que hay en el suelo y sigue su camino mientras alguien grita: "¡Acción!".

Estamos en el rodaje de Justo antes de Cristo, la nueva comedia de Movistar+ que se está rodando en un gigantesco plató a las afueras de Madrid, donde se ha construido un campamento romano para esta ficción ambientada en la Tracia del año 23 antes de Cristo, que no tiene aún fecha de estreno.

La serie está protagonizada por Julián López, que interpreta a Manio Sempronio Galva, "un millennial de la época, un tipo que no se entera de nada, un supernini que no hace nada ni busca nada que hacer", en palabras del propio López.

Esta es una historia creada por Montero y Maidagán (Camera Café, Los del túnel) y cuenta los enredos en que se ven inmersos un puñado de soldados, nobles y esclavos en un campamento de la legión romana durante la transición entre la República y el Imperio.

Con un estilo de humor difícil de definir –pero sus creadores tienen claro que no es La vida de Brian ni Astérix y Obélix–, esta idea estuvo "quince años en un cajón" y ahora le ha llegado su momento. Es una comedia y, sin embargo, cuenta con una ambientación y rigor histórico cuidados al extremo.

Aunque se han rodado muchas escenas en exteriores, en zonas de El Escorial y Segovia, buena parte de la acción discurre en este campamento que se ha construido exprofeso, con centenares de troncos reales de un aserradero de la serranía de Cuenca, de bosques explotados de forma sostenible y con técnicas y morfología acordes a la época que representan.

Carpas y tiendas de oficiales y soldados imitan la típica disposición romana. Además, parte del vestuario y del decorado procede de otras producciones como La caída del imperio romano; Yo, Claudio; Gladiator, Roma de HBO, Ágora, Astérix y Obélix... Hay mobiliario que tiene más de 70 años y ha sido traído desde los míticos estudios Rancati de Roma.

Más de cien actores de figuración son necesarios para una serie en la que el realismo es parte de la comedia. "Es una serie realista porque pensamos que cuanto más de verdad sea más gracia va a hacer", explica Borja Cobeaga, que ha dirigido la serie junto a Nacho Vigalondo.

"Es una comedia que tiene mucho de folletín, de aventurillas. Hay muchas muertes... pero hay más muertes que sexo, no es como Juego de tronos", bromea el director.

La trama arranca con el joven Manio envuelto en una conspiración y condenado por alta traición a la pena de quitarse la vida. "Se condena a siete personas y él es el único que no se atreve a suicidarse, así que le conmutan la pena por ir a la legión. Pero si él es de por sí un desubicado en su vida, imagínate en la legión romana. Y ahí es donde comienzan sus peripecias, porque le ocurre de todo y todo lo que le pasa le supera", explica Julián López.

En el reparto están también Xosé Touriñán (Agorastocles, el esclavo en la ficción de López), Fernando Cayo, Cecilia Freire, Eduardo Antuña, Manolo Solo y Marta Fernández Muro, entre muchos otros.

Cada capítulo (de un total de doce) contiene una aventura, pero además hay un arco que cruza toda la ficción, en la que el proceso creativo ha sido partir de "una idea que nos hacía gracia y estirar de ahí". Cuenta con un humor alejado de los referentes actuales: "No le íbamos a poner al general Zapaterus o Aznarus", bromean los creadores, que cuando escribían "una escena que nos recordaba a algo, pues lo cambiábamos". En el fondo son "situaciones cotidianas, aunque les sucedan a un grupo de romanos y de tracios".

Esta es una comedia sin ánimo de polémica y sin referencias aunque, como explica el director Nacho Vigalondo, "que sea humor de época no te libra de hacer algo potencialmente ofensivo. La hipersensibilidad que existe ahora no se va a frenar porque sea de romanos". "Nadie se suena los mocos con una bandera española", tranquiliza, aunque "en uno de mis capítulos alguien se suena con una", avanza entre bromas.

Julián López: "Tener un esclavo ha sido muy guay, siempre cargaba él"

¿Cómo ha sido prepararse para la serie?

Sobre todo me he divertido viendo pelis de romanos y pensando: "Eso lo voy a hacer yo ahora". Es divertido hacer algo de época y de tanta época, porque yo había ido hasta los ochenta como mucho...

¿Ha aprendido mucho sobre los romanos?

De niño me gustaba mucho el mundo romano, mirar los dibujos en las enciclopedias y pensar que toda esa gente había existido. Te documentas un poco para tener una cultura general, pero hay que defender el guión.

¿Cómo ha sido tener un esclavo?

Ha sido muy guay, porque hay muchas escenas en las que hay que cargar equipo o aperos y siempre los tiene que llevar él. Era como tener un esclavo de verdad [risas].

¿Se quedará con algo de atrezo?

Acostumbro a quedarme con alguna prenda de recuerdo y, aunque no lo he hablado todavía, esta túnica que llevo es una maravilla.

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