Cuando sobreviene una lesión cerebral de manera brusca e inesperada en la trayectoria vital de las personas, provocando secuelas muy variadas y complejas, que afectan, en una gran cantidad de casos, profundamente a su autonomía y ello puede durar el resto de su vida, estamos hablando de daño cerebral adquirido.

"Cuando sufres un accidente de tráfico y sufres un daño cerebral irreversible, el hospital te salva la vida. Pero después queda un vacío que la Administración no cubre. Nadie sigue atendiendo las necesidades de esta persona. Por eso surgió esta asociación en el año 2000, reivindicando una mayor atención pública para estas personas porque nuestro lema es que "una vida salvada merece ser vivida", apuntó al trabajador social de la Asociación de Familiares del Paciente con Daño Cerebral en Cádiz (Adacca), Miguel Ángel Manzorra.

En Adacca se atiende a pacientes con un daño cerebral adquirido en tres supuestos: traumatismo craneoencefálico (accidentes de moto, etc), accidentes cerebrovasculares (como puede ser el ictus), y los tumores cerebrales.

Los pacientes afectados por el daño cerebral adquirido se pueden enfrentar a trastornos motores, sensoriales, orgánicos, cognitivos, emocionales y conductuales. El centro de Adacca proporciona desde la evaluación neuropsicológica hasta un plan de rehabilitación personalizado, lo que puede incluir desde la estimulación cognitiva, la modificación de conducta, psicoterapia, la terapia de grupo, logopedia, la terapia ocupacional, la fisioterapia y los grupos de apoyo a los familiares.

Para prestar este tipo de servicios se precisan de dos neurosicólogos, un fisioterapeuta, un terapeuta ocupacional, además de trabajadores sociales y otro tipo de especialistas. Unos recursos, que aunque se ofrecen a precios muy por debajo del mercado, implican un gasto oneroso para los pacientes con daño cerebral adquirido y sus familiares: sólo la evaluación neurosicológica y el plan de rehabilitación, con el primer mes de ejercicios de rehabilitación integral, cuesta 600 euros. Después, en función de si el paciente necesita de uno, dos, tres, cuatro o cinco días semanales de rehabilitación, la cuota mensual se pone en 200, 300, 400, 500 y 600 euros.

No existen estadísticas locales ni provinciales del patrón epidemiológico de estas lesiones, pero según informes de la federación estatal cuatro de cada mil españoles sufre algún tipo de daño cerebral adquirido, cuatro de cada cien mil padece una lesión medular, y diez por cien mil sufre parálisis cerebral.

Ello explica que, a pesar del coste de la rehabilitación, dada la escasez de otros recursos públicos o privados en la provincia, el centro que Addaca tiene en la Plaza de España soporte abultadas listas de espera.

"La Ley de Dependencia es muy buena, pero se está desarrollando muy lentamente. Ha querido ser muy ambiciosa y atender en poco tiempo a todo lo que se considera Gran Dependencia", prosiguieron desde Adacca.

Manzorra cree que no es tanto un problema de financiación, sino de que no existen en España suficientes profesionales, recursos humanos y centros de atención especializada para dar respuesta a las necesidades de las personas con algún tipo de daño cerebral adquirido u otra forma de dependencia.

Carencias que se intentan cubrir poco a poco. Porque además de las plazas que se quieren concertar en el centro de la Plaza de España, Diputación también les ha cedido a la asociación un terreno en Los Gallos, donde quiere crear un centro de cincuenta plazas. La habilitación de sus instalaciones en la capital como centro de día también permitirá el respiro familiar.

Volver a empezar

En el centro de la Plaza de España hay siempre mucho movimiento. Cristian Velázquez Mateo tiene 24 años. Tuvo un accidente con su ciclomotor cuando conducía sin casco. Ha perdido la movilidad del lado izquierdo. También presenta problemas de logopedia, aunque él minimiza este extremo. "Aquí siempre me dicen que hablo demasiado", expone dibujando un sonrisa sobre un semblante hoy relajado.

Tras el accidente estuvo tres meses en coma. "El médico dice que sigo vivo por todo el deporte que hacía con anterioridad al accidente. Me encantaban sobre todo los deportes de riesgo, como el submarinismo. Y ahora no puedo ni nadar", continúa explicando cambiando la sonrisa de su rostro por un repentino gesto de desolación.

Desde hace dos años y medio recibe su terapia todos los días de lunes a viernes. "Desde luego ahora me encuentro mucho mejor. Llegué aquí en una silla de rueda. Ahora no es que corra, pero por lo menos ando, a ver si para verano ya puedo nadar porque mi hermana tiene una piscina nueva", comenta ilusionado.

Otros casos aún habrán de esperar a que se creen más plazas y se doten más recursos. Es el caso de Endika Erice Fernández, de 44 años de edad, que sufre una hemiparexia desde hace ocho años, después de que el suelo de un edificio se hundiera bajo sus pies. Endika sólo cuenta con una pequeña pensión no contributiva y depende económicamente de su compañero sentimental, un mileuristas como tantos otros que habitan en España. "Espero que todos los compromisos del Gobierno con las personas dependientes no queden en papel mojado", declara a modo de advertencia electoral.

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