Diego Luna, en 'Narcos México': "Odio las armas y hacer las escenas violentas"

Diego Luna, caracterizado para 'Narcos: México', de Netflix.
Diego Luna, caracterizado para 'Narcos: México', de Netflix.
GARI GARAIALDE / NETFLIX
Diego Luna, caracterizado para 'Narcos: México', de Netflix.

Hemos visto a Pablo Escobar sembrando el pánico y un imperio casi todopoderoso. Al cártel de Cali y al cártel de Juárez. Pero, ¿cómo se sentaron las bases de lo que sería el negocio más rentable –y criminal– del planeta? Netflix retoma la franquicia Narcos con una nueva serie centrada en el México de los años 80, cuando nació el cártel de Guadalajara bajo la dirección de Félix Gallardo (un narco aún vivo y en prisión), al que interpreta el actor Mexicano Diego Luna en Narcos: México.

Tenía usted 10 años cuando capturaron a Félix, ¿recuerda algo de aquello?

Me acuerdo más de Caro Quintero. Félix era un tipo que entendía el valor de las discrección. Era más un empresario y no el estereotipo de narcotraficante, que es el de hombre de pueblo, de la tierra, de provenir de allí. Él era más un bussinessman, un empresario, tenía hoteles, restaurantes, fue consultor en un banco... Yo no sabía mucho de él, le conocí haciendo la investigación sobre quién era. De lo que sí me acuerdo es del México del que estamos hablando, el de aquella época.

¿Ha tenido contacto con él o con su entorno?

No, es una época que está muy documentada y el caso Kiki Camarena está muy documentado también. Decidí no buscar ningún tipo de conexión y que todo lo que yo he dicho en la serie ya lo ha dicho alguien antes. Con un caso así hay que ser muy cuidadoso, porque Felix está vivo y tiene familia y demás. Esto es una interpretación y yo me dedico a reinterpretar cosas.

No se trataba de imitar a Félix, sino hacer su propio Félix.

A mí me da mucho miedo cuando la gente conoce mucho al personaje que vas a hacer. Esos proyectos me dan miedo porque a veces te acabas poniendo una máscara que hace que te parezcas muchísmo a él. Y actuar no se trata de eso, es reinterpretar y buscar en ti las conexiones que te permitan detonar las acciones de otra persona. Y además, para eso están los documentales, los libros... esto está basado en hechos reales, pero reinterpretados.

¿Cómo se siente al rodar escenas violentas? ¿Desahoga?

Al revés, lo paso muy mal. No me gusta nada. Cuando lo estoy haciendo pienso "¿por qué acepté este proyecto? Soy un pendejo". Odio las armas, odio disparar...

Pues disparos hay unos cuantos... ¿cómo se prepara?

Me tengo que ir antes a una galería de tiro a disparar mucho porque si no cierro los ojos y agacho la cabeza cuando disparo. Le pedí a la producción que me mandara al campo de tiro. Y aún así trato de no acostumbrarme. Para Rogue One hicimos también todo un entrenamiento militar que fue muy difícil. Si veo violencia salgo corriendo para otro lado. Si está en problemas un amigo... corro y busco ayuda (risas). Nunca he golpeado a nadie.

¿Y como se trabaja cuando, por ejemplo, tienes que golpear a otra persona en la ficción?

Me preocupo mucho por el otro actor o actriz. Suelo ser bueno en eso de marcar golpes, pero una vez en Blood Father, con Mel Gibson, había una escena en la que le tenía que pegar a una mujer. Y la ensayamos y ella era una actriz muy comprometida y me dijo hazlo, no pasa nada. Y justo al rodar la escena ella justo se echó un poquito más hacia adelante de lo que habíamos ensayado y yo también sin querer ninguno de los dos y le rompí la nariz.

Le afectaría...

No pude dormir durante días y no podía ni mirarla a los ojos. Literal que me planteé renunciar al trabajo. Me pone mal la violencia, pero como actor me parece importante ponerme esos retos.

Usted es muy activista con los problemas de México. ¿Es Narcos: México una oportunidad de contar algo?

Sí. Lo que vivimos en México es insostenible por la violencia de esta guerra que inició hace doce años Felipe Calderón hace doce años sin una estrategia clara y que todos vamos perdiendo. Es una guerra que ha dejado más de 250.000 muertos y un número de desaparecidos brutal y todo eso no se puede entender si no entendemos el México de los 80, lo que contamos en Narcos: México. Para entender el presente tenemos que saber de dónde venimos y ojalá eso nos sirva para encontrar una salida.

Y se muestra el lado oculto de las drogas...

Sirve para sensibilizar a la gente en el mundo, es importante de que se enteren de estas historias, que sepan qué tiene que pasar para que la cocaína llegue a sus fiestas, qué historia hay detrás de eso que se meten en el baño. Es importante poner estos temas sobre la mesa y me gusta cómo lo hace la serie, donde no se habla de buenos y malos. La serie te cuenta cómo se creó un sistema que opera gracias a que participan todos los niveles de poder, políticos, policías, militares... que se trabaja coordinadamente desde los dos lados de la frontera de México y Estados Unidos... En la serie se dice: nos pasamos la vida metiendo a algunos en la cárcel, pero hay muchos criminales con traje que siguen en la calle aún.

La Ley de Seguridad interior de México permite el uso del Ejército como policía en el ámbito civil. ¿Renunciamos a derechos y principios a causa del miedo?

Totalmente. Yo estoy muy involucrado y apoyo a un colectivo que se llama Seguridad sin Guerra que lo que plantea es eso: que hay que replantearse la estrategia, que la solución no es tener a los militares haciendo labores de seguridad pública. No están entrenados para eso y la cantidad de casos y atropellos a derechos humanos es brutal.

¿Cómo se resuelve el problema de las drogas?

Hay que atacarlo desde el punto de vista de la salud pública, porque mientras exista un mercado va a haber quien lo alimente.

¿Qué es Narcos: México?

Es la historia del negocio más prolífico de la humanidad, con todo lo que significa.

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