Miguel Ángel Aguilar: "Los medios sectarios en Cataluña incitan a lo peor"

  • "Así de golpe no me viene ningún político actual con la generosidad de los de la Transición".
Miguel Ángel Aguilar.
Miguel Ángel Aguilar.
Jorge París
Miguel Ángel Aguilar.

Miguel Ángel Aguilar (Madrid, 1943) iba para astrónomo, para seguir la tradición familiar, pero terminó siendo uno de los periodistas políticos más reconocidos. De sus inicios en el diario Madrid a Cambio 16, Diario 16, la Agencia Efe o El País. Hoy en La Vanguardia, La Ser o La Sexta.

Publica "En silla de pista" (Planeta), las memorias profesionales de toda una carrera que empezó en el diario Madrid a finales del franquismo y continuó con cargos como corresponsal director o columista en Cambio 16, Diarios 16, la Agencia Efe, El País, hasta hoy, cuando se le pued ver, leer y escuchar en La Sexta, La Vanguardia o  la Ser.

A lo largo de más de cuatro décadas de profesión ha informando de la enfermedad y muerte de Franco y la Transición, con el estreno del rey Juan Carlos I, sus viajes al extranjero y el 23 F. Después, el terrorismo de ETA hasta nuestros días. "Nada es igual después de haberse publicado como noticia", asegura.

¿El título "En silla de pista" es porque la política es un circo, un espectáculo? Los periodistas muchas veces tenemos una posición de observadores privilegiados, estamos en primera línea. Como en el circo, la silla de pista es la que está más cerca de las fieras, del espectáculo.

¿Cuál es el acontecimiento del que más le ha gustado informar? (Reflexiona) La firma de la Constitución en el Congreso.

En el libro, emplea un tono grave para narrar los últimos fusilamientos de Franco. ¿Fue ese el peor? Sí, el de mayor desolación, sin duda alguna. Todavía me conmueve recordarlo.

Dice que estaban en la "Prehistoria de las nuevas tecnologías". ¿Cómo habría sido cubrir la muerte de Franco o el golpe de Estado para una edición web de periódico o con Twitter? Seguíamos las últimas horas de la enfermedad [de Franco] fuera de la tapia de El Pardo. No teníamos un móvil, nos comunicábamos porque la Telefónica, muy servicial, puso un tráiler con cabinas, se pagaba la conferencia. No había ese acceso instantáneo a todas partes y nos ponía pautas diferentes, pero la búsqueda de saber qué pasaba y de interpretar las claves no ha cambiado.

Invento el 'aplausómetro', que llevaba a las Cortes para ver el grado de adhesión de los procuradores. ¿Ha pensado llevarlo ahora al Congreso? Lo he pensado, pero no lo he hecho todavía. Creo que lo haré, lo haré pronto.

Con Manuel Gutiérrez Aragón o Luis Carandell otorgó el premio El Tonto Contemporáneo. ¿Qué condena cree que le podría caer hoy? Fue un atrevimiento porque no se lo dimos a desconocidos, sino al gobernador del Banco de España y al Duque de Alba, que intentó por todos los medios que no se lo dieran. Pero la prensa no daba noticia, no lo contaba, había un especial cuidado de que ese tema era peligroso. A lo mejor ahora hay menos atrevimiento en ese tipo de cosas.

¿Hemos ido para atrás ? Bueno, ha aumentado nuestra sensibilidad. Y eso está teniendo consecuencias en la manera de expresarnos.

Percibió el "sentido de responsabilidad" de los políticos de la Transición. ¿Y en los de ahora? En eso sí que ha habido retroceso. Muchas cosas de la Transición se explican desde una actitud de generosidad y de poner por delante de intereses personales los del país, de la convivencia. Antes se movían sin hacerse esa pregunta de 'yo qué gano'. La gente iba porque pensaba que tenía que estar.

¿Reconoce esa actitud en algún político actual? ¿De generosidad, de anticipar los intereses del país por encima de los suyos propios? Pues seguramente sí, habría que mirar (ríe) Así de golpe no me viene ningún nombre, pero es posible. A lo mejor no los que están más arriba, pero seguro que en otros escalones hay mucha gente que cree en lo que hace.

Dice que en la Transición la prensa eligió entre fomentar la concordia o todo lo contrario. ¿Qué papel juega ahora en Cataluña? Han jugado un papel importante y lo siguen jugando. Los medios que están atados al sectarismo independentista están incitando permanentemente a lo peor, sin pararse a pensar si lo que hacen es verdad o mentira. Si la mentira ayuda, pues la mentira. No se pueden entender las guerras de la antigua Yugoslavia sin lo que hicieron los medios de Belgrado ni el conflicto entre hutus y tutsis [en Ruanda] sin atender a qué hizo la radio de las Mil Colinas. Cuidado con los medios, que los carga el diablo.

¿Hay que informar sobre Vox o no? Yo incitaría a la reflexión. Le pongo un caso distinto: a mí me tocó reflexionar sobre cómo cubrir el terrorismo. ¿En primera página en grandes titulares? ¿Intentas que pase lo más inadvertido posible? La conclusión a la que yo llegué es que de la manera que mejor queden defendidas las libertades en cada momento.

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