
Nada hace pensar al observar el frágil físico de Erna Wallisch, de 85 años, que haya sido una de las guardias nazis más brutales en un campo de la muerte y que la Fiscalía austríaca haya abierto una instrucción preliminar por ello.
Wallisch estuvo destinada en el campo de concentración de Ravensbrück (Alemania) con 19 años, donde hubo prisioneras españolas republicanas, y en el de exterminio de Majdanek (Polonia), donde muchos documentos atestiguan que actuó de una forma especialmente cruel con la gente a la que forzaba a entrar en las cámaras de gas.
"Ella es y será una criminal"
Una superviviente del campo, Ewa K., citada por diarios austríacos, afirma que era la más sádica y cruel, que su sola presencia despertaba murmullos de temor. "No tenía ningún reparo en golpear hasta dejar a la gente tendida en el suelo" -dijo- "ella es y será una criminal".
Otra testigo, Jadwiga L, aseguró que era conocida por sus ataques de furia, y que estando embarazada de un SS del campo golpeó hasta la muerte a un hombre con un palo con tal saña que su cabeza quedó en medio de un charco de sangre. En otra ocasión, relata, cogió a un niño de pocos meses que se había escondido y lo arrojó contra el suelo con violencia, "como si fuera un trozo de madera".
A las afueras de Majdanek se produjo en 1943 una de las mayores matanzas de la Segunda Guerra Mundial. Alrededor de 42.000 personas, incluidas 18.000 prisioneros del campo, fueron fusiladas en un solo día por las SS, que pusieron música clásica a todo volumen por los altavoces para atenuar el sonido de los gritos.
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