Un informe concluye que no se puede asegurar que las 13 muertes en el hospital de Leganés se produjeron por sedación

El informe de la Clínica Médico-Forense de Madrid señala que a la vista de las historias clínicas analizadas de trece pacientes del hospital,  no se puede concluir de modo inequívoco que la causa del fallecimiento haya sido de modo directo y exclusivo por la sedación.

El informe añade que no se puede llegar a tal conclusión "tanto en cuanto por la asociación de fármacos empleados como por las dosis administradas". Esta es una de las conclusiones del informe forense encargado por la Fiscalía de Madrid y que ésta remitirá al Juzgado de Leganés que investiga el caso.

Es imposible deducir de las citadas historias clínicas si un paciente fallece por su enfermedad terminal o por la sedación

El informe destaca que es imposible deducir de las citadas historias clínicas si un paciente fallece por su enfermedad terminal, que en todo caso estaba presente, o por la medicación empleada en la sedación.

Añade que se debe tener en cuenta el posible doble efecto de la sedación terminal. En este sentido, la Clínica Médico-Forense ratifica el informe del Colegio de Médicos de Madrid de 13 de abril de 2005. Recuerda que el mismo describe que "cuando los remedios aplicados fracasan radicalmente es entonces cuando para proteger al enfermo de su grave sufrimiento el objetivo es disminuir su nivel de conciencia mediante la sedación paliativa o terminal se convierte en su verdadero objetivo terapéutico". Ello "incluso si de tal sedación se derivara un determinado deterioro de la precaria o exigua salud del enfermo y en consecuencia su muerte".

La Clínica ha estudiado la asistencia médica prestada a trece pacientes entre el 22 de septiembre de 2003 y el 11 de julio de 2004. Explica que el tiempo medio transcurrido entre sedación y muerte fue de ocho horas y 32 minutos, "sensiblemente inferior a la supervivencia media tras iniciar la sedación terminal".

En cuanto a la influencia de las pautas y dosis en el desenlace fatal de cada caso, "es difícil pronunciarse en cuanto que las patologías que cada paciente presenta son todas ellas graves, con corta esperanza de vida (inferior posiblemente a siete días) y no se puede cuantificar el posible acortamiento de la vida debido a la administración de la sedación".

Unicamente, "desde el punto de vista estadístico y teniendo en cuenta el posible sesgo en la selección de casos que se han valorado, las sedaciones del hospital Severo Ochoa producen una supervivencia sensiblemente inferior. El informe comenta que faltan datos farmacocinéticos como la velocidad de administración, el volumen de distribución, concentraciones y aclaramiento plasmáticos y funciones hepática y renal.

También faltan datos clínicos más concretos de cada paciente, como peso, descripción más detallada del cuadro clínico y diuresis, que pudieran explicar con más rigor científico si las dosis administradas hayan podido producir elevaciones plasmáticas sugerentes de niveles tóxicos.

El informe comenta que conviene tener en cuenta que las dosis que se puedan emplear en cuadros terminales son siempre orientativas, pudiendo haber una gran diferencia de dosis entre pacientes dependiendo del grado de profundidad de sedación que se pretenda conseguir, del cuadro clínico terminal y de la medicación previa a la situación terminal.

Añade que cualquiera de los tres fármacos que más han sido utilizados necesitan administrarse en dosis mayores en caso que previamente a la sedación terminal ya se vinieran empleando.

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