Pese al duro golpe que supuso para María del Mar Roldán la repentina muerte de Antonio Puerta, el nacimiento del bebé que ambos esperaban le ha devuelto la alegría. La sevillana salió a pasear por las inmediaciones de su casa con el pequeño Aitor, el mejor regalo que le dejó el sevillista antes de irse para siempre. El pequeño es un precioso bebé rubito que provoca constantemente las sonrisas de su madre.
La viuda de Puerta se detuvo a descansar en un velador acompañada por una señora. Sin separarse ni un momento del carrito de su hijo, se tomó un café mientras conversaba con su acompañante. Después, cuando llegó la hora de la comida del pequeño, se encargó de darle un biberón, tomándolo en sus brazos y esbozando una tierna sonrisa. Sin embargo, María del Mar continúa escondiendo sus ojos tras unas enormes gafas de sol.
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