A tal efecto, recordemos que después de que un informe técnico elaborado en 2015 reflejase que unos 2.500 árboles de la ciudad estaban tan deteriorados que se consideraban irrecuperables y suponían un riesgo para la seguridad de las personas por posibles caídas o desprendimiento de ramas, el Ayuntamiento emprendía este verano la tala de los últimos cientos de árboles declarados en situación de "riesgo cuatro para las personas".
Estas talas, iniciadas en un contexto de repetidas caídas de ramas y tras los intensos temporales de viento y lluvia de la primavera, despertaron fuertes críticas entre los colectivos ecologistas y entre las fuerzas de oposición, a cuenta de las voces que defienden que muchos de los citados árboles aún podían ser salvados con el debido tratamiento, toda vez que el Gobierno local socialista acusaba al anterior gabinete municipal del PP de no preocuparse de la conservación de los ejemplares.
Sea como sea, las citadas talas han despertado todo un debate en torno al tratamiento del arbolado de la ciudad, sobre todo a cuenta del papel de los ejemplares en los tórridos veranos, incidiendo la muerte a comienzos de agosto del varón de 74 años herido de gravedad el pasado 16 de mayo, al caer sobre él una rama de gran tamaño cuando paseaba por el patio del León del Real Alcázar.
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