El Trebuchet Park conquista el Castillo de Belmonte con una exposición de más de 40 máquinas de asedio

  • El Castillo de Belmonte, en Cuenca, acoge el mayor parque de máquinas de asedio a escala real del mundo, Trebuchet Park, donde los visitantes pueden ver 40 máquinas de asedio, todas ellas a tamaño real y perfectamente operativas.
Castillo De Belmonte En La Provincia De Cuenca
Castillo De Belmonte En La Provincia De Cuenca
JCCM/EUROPA PRESS - Archivo
Castillo De Belmonte En La Provincia De Cuenca

Todas las máquinas han sido probadas y funcionan igual que lo harían en su época, ya que han sido reconstruidas con el máximo rigor histórico en base a la documentación existente como miniaturas, grabados, textos de la época, representaciones iconográficas o restos arqueológicos.

El parque se articula en torno a cuatro ámbitos temáticos diferenciados, mundo cristiano, mundo musulmán, mundo oriental y Renacimiento. En cuanto a la cronología de las piezas expuestas, se sitúan entre los siglos V y XIV para los tres primeros espacios, siendo el siglo XV para las piezas renacentistas.

Las 40 máquinas que se pueden visitar están divididas en diez por ámbito temático. En el mundo cristiano se puede observar un trabuco de contrapeso o una ballesta de lomo; en el mundo musulmán, por su parte, destacan una rueda de fuego o un manjaniq franco; en el mundo oriental se pueden observar un carro cuchillo o una ballesta doble. Por último, en la época renacentista, hay un ariete pesado o una grúa elevadora, entre otros.

ACTO OFICIAL DE INAUGURACIÓN EL 12 DE SEPTIEMBRE

Esta exposición lleva abierta al público desde el pasado 1 de agosto, pero el 12 de septiembre habrá un acto oficial de inauguración en el Castillo de Belmonte.

Según indica la página web del Castillo de Belmonte, durante la Edad Media los asedios resultaban mucho más numerosos que las batallas en campo abierto. Las formas para poder tomar una plaza fuerte eran básicamente cuatro, captura por medio de gestiones diplomáticas, asalto por sorpresa, bloqueo y bloqueo activo.

La primera de las estrategias para lograr la capitulación de una fortaleza pasaba por recurrir a la diplomacia para conseguir su rendición. En el caso de fracasar la negociación se solía intentar asaltar los muros, aprovechando en ocasiones la oscuridad de la noche o la traición desde dentro.

Sin embargo, rara vez solían funcionar las dos técnicas anteriores, por lo que básicamente las estrategias para rendir una plaza eran dos, rendirla por hambre o asaltarla y capturarla por la fuerza. En el primero de los casos el ejército sitiador se limitaba a bloquear la ciudad construyendo alrededor de ella una línea de cerco con fuertes, trincheras y fosos, y esperar que se agotaran los víveres dentro.

Sin embargo, el empleo de esta estrategia resultaba muy lento y costoso económicamente. Y ahí es donde entraban en juego las máquinas de asedio, capaces de acortar los tiempos del asedio. A la hora de superar un recinto amurallado cabían diferentes opciones, entre ellas superar las murallas por debajo con minas, superarlas por encima con escaleras, escalas, grúas elevadoras o torres de asedio, atravesarlas tras romperlas con arietes y taladros, o ya bien piezas de artillería.

En cuanto a la artillería, todas las piezas antes del descubrimiento de la pólvora se basaban en tres tecnologías en función de qué proporcionara su potencia, torsión, tensión y contrapeso.

La tecnología de torsión obtenía su energía de la torsión de una madeja de cuerdas, que actuaba como muelle, en torno a un bastidor. La tensión o flexión se basaba en el principio del arco aunque de mayores dimensiones. Por último, se encontraría la de contrapeso, basada en el principio de la palanca. A su vez podía ser de tracción manual o de contrapeso fijo, en función de que la fuerza de propulsión la proporcionaran soldados o un peso fijo.

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