¿Qué tienen en común las cocinas de Venezuela, Martinica, Cuba o Puerto Rico? Un mar caribe que, como ocurre por aquí con el Mediterráneo, lleva platos y sabores de un lugar a otro. Y una embajada culinaria compartida en Barcelona: el restaurante El Tarantín.

Lleva abierto desde principios de año pero tal vez es ahora, en pleno verano, cuando más apetece este viaje a la cocina repleta de color y sabor que proponen los venezolanos Paola di Meo y Miguel Portillo en este restaurante.

Un proyecto de esos que desborda personalidad y ganas por parte de sus propietarios y que, además, acerca a la ciudad una propuesta muy novedosa: la buena cocina caribeña.

¿Fusión? Más bien recetas compartidas y adaptadas a cada territorio que, eso sí, beben de los siglos de influencia africana, americana, o francesa de quienes han pasado por estos países del Caribe. Y el resultado es tan rico como variado y seguramente sorprendente para la mayoría de paladares

Desde el aperitivo a base de mariquitas (plátano frito) para untar en una crema de frijoles -una suerte de hummus caribeño que funciona muy bien- a los bacalaitos, una especie de buñuelos con el toque de la piña, o, por seguir con los platos más frescos y divertidos, el cóctel de gambas.

¿Algo más serio y contundente? Claro. De hecho el cartel de la promete “comida caribeña seria” y así podríamos definir el estupendo pato servido en una hoja de plátano y con unas verduras en escabeche que uno no espera encontrar en estas latitudes pero que también son parte de su tradición gastronómica.

Su menú de mediodía por menos de 13 euros es una excelente oportunidad para conocer su cocina y decidir si nos apetece o no este viaje gastronómico al caribe. Estamos convencidos de que sí.