El festejo consiste en transportar una gata en una especie de procesión por el pueblo, para acabar soltándola en la plaza, desde donde escapa -"estresada y asustada"- y dependiendo la dirección de su huida, y según la tradición, pronosticar si va a ser o no un buen año para las cosechas y la agricultura.

El partido ecologista señala en un comunicado que, de llevarse a cabo el evento, se estaría incumpliendo el Convenio Europeo de protección de animales de compañía y, por consiguiente, también la Ley de Cantabria 3/2017, de 5 de abril, de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de Cantabria.

"Por mucho que las autoridades de la Junta de Voto lo nieguen estamos ante otro festejo en el que sometemos a un animal a un estrés y una situación completamente innecesaria", asevera Equo, formación para la que "es hora de acabar con el uso de los animales como meros objetos para la diversión de algunas personas".

En este sentido, consideran que "son muchas las opciones" que se pueden plantear a día de hoy como alternativa, como ya hizo en 1938 la ciudad belga de Ypres.

En esta localidad pervivió durante siglos la costumbre de arrojar gatos por las ventanas para "expulsar la mala suerte", pero hace décadas "dejaron atrás la barbarie" para transformar esa jornada en un desfile en el que felinos y personas "desfilan en paz sin ningún acto violento de por medio".