Barack Obama ha acallado a quienes pensaban que su fulgor se estaba apagando, al arrasar en las primarias demócratas de Carolina del Sur, celebradas el sábado. Aupado por el voto afroamericano, logró el 55% de los votos, frente al 27% de Clinton y el 18% de John Edwards. En total, Obama logró 295.091 papeletas, el doble que Hillary (141.128).

Esta contundente victoria devuelve al líder negro el protagonismo que parecía estar perdiendo tras las importantes derrotas consecutivas de New Hampshire y Nevada (en Michigan, un caucus sin valor, solo se presentó Clinton). En este éxito Obama ha contado con dos aliados: los afroamericanos, que lo votaron en un 80% de los casos, y las mujeres. Incluso se hizo con el 22% del voto femenino blanco, algo que perjudicó las opciones de Clinton.

Tras conocerse el resultado, Obama se dirigió a su público presentando su particular batalla por el liderazgo no como la lucha entre blancos contra negros, sino como la lucha entre el pasado y el futuro. Su futuro inmediato depende ahora de lo que suceda el 5 de febrero, el supermartes, cuando 22 estados elijan a la vez a más de la mitad de los delegados demócratas.

Los republicanos toman nota

Ya se lo están advirtiendo los principales medios de comunicación estadounidenses, la dura pugna por el liderazgo demócrata puede beneficiar a los republicanos, que podrían recabar algún voto de los descontentos por esta trifulca. Ni John McCain, ni Mitt Romney, Huckabee o Rudy Giuliani tienen todavía nada ganado dentro de su partido.