Los alumnos que acosan en clase son cuatro veces más que en 2005

La Fiscalía de Menores de Vizcaya registró 34 denuncias por ‘bullying’ en 2007. «Son una mínima parte de los casos que se provocan». La quinta parte de agresores son menores de 14 años.
¿Qué pasa en los colegios? Las denuncias por acoso escolar en la Fiscalía de Menores de Vizcaya se han cuadruplicado en tres años. En 2005 hubo ocho casos; en 2006, 21; y el pasado año, un total de 34. Las denuncias suben año a año, «y son una mínima parte de todos los casos reales, porque muchos no llegan a ser denunciados», advierten en la Fiscalía.

Estos casos llegan a la Justicia casi siempre a través de los padres. La situación se repite: el niño llega a casa apenado, la familia pregunta y el hijo confiesa que en clase le pegan, le insultan o le hacen la vida imposible. En alguna ocasión, la Ertzaintza o la dirección del colegio remite estos hechos a Fiscalía.

«Los agresores son tanto chicos como chicas. Ellos usan la violencia física y ellas, la psicológica», explican fuentes de la Fiscalía.

Hay un asunto delicado: la quinta parte de los acosadores en 2007 tienen menos de 14 años. El pasado ejercicio hubo siete casos de estos. O sea, son niños que no tienen edad penal, y la Fiscalía en estos casos archiva directamente las denuncias.

Ahora bien, no todas las denuncias son consideradas delito de acoso escolar. «Para ello, es imprescindible que haya lesión moral, y hay veces que son simples peleas», puntualizan las mismas fuentes.

La solución más común ante un caso de bullying es la mediación. Son programas en los que el agresor debe escuchar a la víctima, y pedirle perdón. También asiste a sesiones con psicólogo y se le sanciona con tareas sociales como pasear a ancianos, ayudar en comedores públicos...

«Y suele ser efectivo. Es habitual que después de estas sesiones vengan los padres de la víctima y quieran retirar la denuncia», explican en la Fiscalía. «Las cosas ya están bien», dicen satisfechos los padres.

La Policía en el colegio

Hay casos de bullying que se solucionan en el ámbito escolar (hablando con los alumnos, familias...), sin necesidad de llegar a Fiscalía. Pero cuando el asunto es grave, ertzainas o policías locales acuden al colegio con una orden del juez que les capacita para recoger la información que necesiten. «Se hace con máxima discreción. Un policía en un colegio siempre causa alarma», explican en Fiscalía. Los agentes se entrevistan con víctimas, agresores, profesores, director...

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