Los mamíferos marinos tienen mecanismos activos en sus pulmones para evitar la descompresión, según dos estudios

  • Un equipo de investigadores liderados por Andreas Fahlman, investigador de la Fundación Oceanogràfic, publica en 'Frontiers in Physiology' dos nuevos estudios sobre delfines que corroboran la teoría que defiende que los mamíferos marinos cuentan con mecanismos activos en los pulmones, y no solo pasivos, para respirar durante su inmersión y esto, les permitiría no padecer 'la enfermedad del buceador'.

Esta enfermedad, también llamada 'enfermedad de descompresión', se produce al subir rápidamente desde el fondo marino a la superficie: el gas nitrógeno que ha pasado del aire a la sangre y a los tejidos del cuerpo durante la inmersión, puede expandirse rápidamente y provocar la aparición de burbujas que, en situaciones muy graves pueden causar la muerte. Así lo ha explicado el Oceanográfico en un comunicado.

Uno de los objetivos de Fahlman con estas investigaciones es "entender mejor cómo afecta nuestro impacto a estas especies, de forma que, al final, podamos mejorar los esfuerzos para la conservación de los delfines y del resto de mamíferos marinos".

La teoría que defiende que los animales marinos podrían ser inmunes a la enfermedad de descompresión debido a la existencia de mecanismos activos en sus pulmones, fue defendida por primera vez el pasado abril por la Fundación Oceanogràfic y el prestigioso Centro de Mamíferos Marinos de la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI, en sus siglas en inglés) de Massachusetts (EEUU).

El estudió realizado por Fahlman comenzó con la observación de dos poblaciones diferentes de delfín mular (Tursiops truncatus): una caza en superficie, cerca de la costa de Florida (EEUU); y otra, en las Islas Bermudas, donde busca comida a unos mil metros de profundidad, realizando inmersiones de hasta 13 minutos con una sola respiración."¿Cómo puede una única especie tener estilos de vida tan distintos?", se planteó Fahlman.

"Queríamos evaluar qué tipo de diferencias ocasionaban

comportamientos tan diversos; permitiéndonos determinar hasta qué punto la fisiología puede cambiar dentro de una misma especie, y entender la amenaza que el estrés provocado por la actividad humana puede suponer a estos delfines en sus inmersiones profundas", explica.

Los resultados del estudio reflejan que no hay diferencias en la mecánica pulmonar ni en el metabolismo entre una y otra población, lo que concuerda con la hipótesis planteada en abril: al depender la respiración de un mecanismo activo, la misma especie podría perfeccionarlo de diferentes maneras, según sus necesidades.

Este mecanismo activo consistiría en dirigir el flujo sanguíneo durante la inmersión hacia las zonas del pulmón que han colapsado por la elevada presión, lo que limita el intercambio de gases, incluyendo el nitrógeno. No obstante, el flujo sanguíneo puede redirigirse a otras zonas permitiendo la captación de suficiente cantidad de oxígeno en sangre y eliminación del dióxido de carbono cuando fuera necesario. Este estudio también concluyó que, de ser cierto, el mecanismo podría llegar a fallar si el animal se encuentra estresado.

LA PRINCIPAL DIFERENCIA: EL RITMO CARDÍACO

En uno de los estudios que ahora se publican, los investigadores han estimado cómo las diferentes poblaciones gestionan el intercambio de gases entre la sangre y los tejidos en sus respectivos estilos de vida. Elaboraron un modelo del metabolismo gracias a parámetros específicos de la especie, con el objetivo de determinar qué adaptaciones necesitarían los delfines de gran profundidad para alcanzar dichas marcas sin sufrir daños.

"Los resultados indicaron que, para que un grupo buceara a tal profundidad sería necesario un ritmo cardíaco más elevado, no solo durante las estancias de recuperación en la superficie, sino también durante las inmersiones más superficiales que realizan entre dos profundas para recuperar sus reservas de oxígeno", indica Fahlman.

"Mantener la sangre en movimiento rápido y constante entre las sesiones de caza submarina les ayuda a reducir el tiempo que pasan en la superficie y mejorar la recuperación", prosigue.

Las diferencias encontradas que permiten a una población bucear unas cien veces más hondo que la otra son unos mayores promedios de masa muscular, concentración de mioglobina y volumen de sangre, que se sumarían al mayor ritmo cardíaco. No se distinguieron diferencias en la anatomía de las poblaciones ni en los mecanismos que emplean para bucear, como el mencionado colapso o compresión pulmonar.

Según Fahlman, "la hipótesis ofrece nuevas e interesantes rutas de investigación, orientadas a comprender cómo los mamíferos son capaces de sumergirse a profundidades extremas con el único apoyo de los pulmones llenos de aire, sin sufrir ninguno de los problemas que experimentamos los humanos".

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