Aunque en la actualidad se le conoce más por su faceta como fotógrafo, José Manuel Ballester (Madrid, 1960) inició su carrera como pintor allá por los años 80. Para el Premio Nacional de Fotografía 2010, sin embargo, ambas disciplinas están íntimamente ligadas en su obra: "Los límites son mentales. La plasticidad está presente en la fotografía y el lenguaje fotográfico está presente en la pintura. Intento unir lo que me ofrece cada una de ellas. Yo pinto más que nunca, aunque sea con el ordenador. Aunque no soy el único. Gracias a la tecnología digital podemos comprobar que este proceso nos conduce a un neopictorialismo. Mi intención es unificar y crear una unidad por encima de técnicas y medios. Esa es mi obsesión", declaraba al respecto en una entrevista.

Si hace menos de un año podíamos disfrutar de su faceta como fotógrafo de espacios arquitectónicos en la exposición Paisaje deshabitado del Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada (CEART), ahora le toca el turno a su pasión por los pinceles con Variaciones a partir de Malevich, segunda exposición individual del artista que presenta el espacio Ivorypress de Madrid.

Para esta muestra, que puede visitarse hasta el próximo 21 de julio, Ballester toma como punto de partida y de inspiración la Composición Suprematista realizada en 1916 por pintor ruso Kazimir Malevich, uno de los pioneros de la abstracción geométrica y el mismo que un año antes había cambiado el rumbo del arte al presentar en sociedad un cuadro totalmente negro (Cuadrado negro).

Basándose pues en esta obra, que representa una constelación de geometría y color en un espacio de austeridad notable, el artista madrileño ha desarrollado una serie de variaciones que proponen un viaje interior a partir de los once elementos geométricos que configuran la obra original y que podrían haber sido tranquilamente opciones realizadas por su maestro hace un siglo.

"Mediante un juego de relaciones entre las figuras integrantes de la composición, podemos observar con claridad los diferentes campos de atracción o repulsión que se pueden producir en relación a la posición espacial que ocupen y a su interrelación entre sí, revelando un juego de magnetismos propio de las virtudes formales, cromáticas, espaciales y tonales", dice la galería.

"Ballester pone de manifiesto el rico potencial que hay escondido, tanto en esta obra como en toda su trayectoria, invitando al espectador a que considere este potencial que puede ser aplicable a cualquier obra de arte", añade.