En el mundo ya se consume más pescado de piscifactoría que capturado

"Los recursos marinos son limitados y, en el futuro, la acuicultura tendrá un papel fundamental para garantizar la producción de especies acuáticas". Esta es la conclusión a la que hace unos días llegaba la XXVIII edición del Simposio Internacional sobre Nutrición de Organismos Acuáticos y Alimentación que reunió en Las Palmas a más de 500 investigadores internacionales procedentes de 43 países.

De hecho, las cifras expuestas ya revelan un dato clave para entender cómo ha cambiado la captura y producción de pescados y mariscos en los últimos años. Hasta tal punto que en el mundo ya se consume más pescado procedente de acuicultura que de capturas. Una estadística global que, eso sí, no parece haber llegado a España, donde el tipo de pescado más consumido sigue siendo la merluza de captura. Y donde, por cierto, el consumo de pescado no para de bajar.

Dejando a un lado la vertiente más gastronómica del tema -pocas cosas más aburridas que esos salmones, doradas y lubinas de piscifactoría que no saben a nada-, el eje central está en la sostenibilidad de la pesca tradicional y de otros sistemas de producción alternativa.

Porque a la defensa que desde estos ámbitos -ligados a la industria de la acuicultura- se hace del sistema de piscifactorías, crisis alimentarias como la del panga no ayudan a mejorar la fama de un sector cuya idea puede ser buena (limitar las capturas) pero que también tiene unos costes medioambientales y sanitarios.

“La acuicultura es probablemente el sector de producción de alimentos con más crecimiento en la actualidad. El sector ya produce más del 50% del pescado destinado a la alimentación a nivel mundial, sumando algo más de 110 millones de toneladas métricas”, explicaba Marisol Izquierdo, directora del Instituto ECOAQUA de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

España, con un consumo medio de 42 kilos de pescado por persona y año, está muy por encima de las cifras mundiales, que se sitúan en unos 20 kilos anuales. En cualquier caso, y pese a este descenso continuado en el consumo nacional, es evidente que la demanda global no va a parar de crecer y son necesarias alternativas a las capturas tradicionales.

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