Nacho Vegas: "Espero que un fascista no escuche mis discos"

  • El cantautor saca disco, 'Violética', una excusa para hablar de la mentira política, el terrorismo y la felicidad.
  • "Autocensurarme pensando en que va a venir la Audiencia Nacional ni se me ha pasado por la cabeza".
  • "Lo que han hecho con los chavales de Alsasua, Valtonyc o Pablo Hasel es terrorismo de Estado".
  • Nacho Vegas anuncia su minigira por España.
El cantautor Nacho Vegas presenta su disco 'Violética'.
El cantautor Nacho Vegas presenta su disco 'Violética'.
ELENA BUENAVISTA.
El cantautor Nacho Vegas presenta su disco 'Violética'.

Duda continuamente, su mente zigzaguea, sospecha algo, comienza una frase, no la acaba o termina en reiteraciones y quizá tarda en acertar el disparo. Y sin embargo, cuando vuelve el silencio, queda patente que Nacho Vegas tiene bien claro su mensaje.

Define su disco como una mezcla de ternura y amparo pero, ¿quién los necesita más, Nacho Vegas o la sociedad?

Hablo de ello como algo necesario porque son factores importantes para reconocernos como seres interdependientes. Esta ética de los cuidados debería dejar de recaer sobre las mujeres como históricamente lo ha hecho. Y sigue, la sociedad no ha cambiado radicalmente. Aún así, incluso la ternura y el amparo pueden tener cabida en la vida política.

Atahualpa Yupanqui decía que "lo primero es ser hombre /y lo segundo, poeta".

Precioso, primero vivir y luego contar lo vivido. No creo que nadie nazca poeta. O cantautor. Te haces, es la forma en que te enseña la vida a lidiar con sentimientos tan complejos que te crean dilemas.

Dilemas como «tener derecho a la infelicidad», así describe su disco.

Todos buscamos cierta armonía pero, claro, decía Pessoa que "para ser feliz hace falta no ser consciente de ello". Imagino que no solo tenemos derecho sino que debemos ser infelices, para apreciar la felicidad.

¿Una expiación?

No estoy seguro de que la música tenga una función catártica. Nombrar algo hace que puedas mirarlo desde fuera y enfrentarte a ello. Al menos, enseña un modo de luchar.

Esa lucha inteligente está presente desde el título, Violética, ¿violencia con ética?

No lo había pensado así, pero tiene sentido. Para escribir canciones el punto de vista moral y la perspectiva ética son muy importantes. Yo hago canciones partiendo de la realidad. Ya luego se transforma.

Ese proceso hace que te posiciones con respecto a esa realidad y, por tanto, la modifiques de alguna forma. La violencia es algo tan humano que necesitas canalizarla a través de canciones o poemas, como un arma poderosa para resistir.

Sin ser panfletario.

Si únicamente nos centramos en las consignas y soflamas, nos quedamos con una parte mínima. Yo puedo hacer una canción de lo injusto que es el mundo y que tenga nula trascendencia política. Ha ocurrido con grupos que conozco.

Decidí asociar mi trabajo en la música con mi compromiso político porque el deber y la prerrogativa era acompañar a esos movimientos sociales, pero no quiero ser la punta de lanza de nada.

A lo Violeta Parra.

Sí. Escucharla me ha enseñado que era una antipanfletaria total. Me gusta de ella, y de otros autores que mezclan su compromiso político y su pasión por la vida, cómo hacen canciones donde es muy difusa la línea que separa lo íntimo y lo social. Para mí es importante la conciencia de que mi oficio es un pequeño eslabón de una cadena muy larga. Ella era antipanfletaria, pero mucho más conmovedora de lo que resultaría una canción con un mensaje aburrido y solemne.

¿Y en el disco usa a un íntimo Nacho Vegas o a un social Nacho Vegas?

He intentado que esas dos facetas estén presentes y que se confundan. Es decir, que la parte musical más cercana a la tradición folk y rock estuvieran fundida a las vanguardias de mi generación, imposibles de compartimentar y diferenciar.

Lo califica de "poco homogéneo". Ni un disco puramente de Nacho Vegas ni un disco de versiones, con Maldigo del alto cielo [Violeta Parra], Aída, sobre una comunista asturiana, o El corazón helado, escrita por dos maquis, los hermanos Caxigal.

Son tres canciones que están colocadas en puntos estratégicos del álbum, aunque no sean canciones mías, como la de Violeta Parra o el caso de El corazón helado, a la que he puesto música, sí, pero el poema estaba ya ahí. No sabemos si es de Manuel o Aurelio porque ambos escribían el cuaderno donde se encontró, pero es tan desgarrada, tan fuerte, tan dolorosa.

Por otra parte, la canción de Aída [de la Fuente] acaba por hacer el recorrido entre la música popular y mi propio cancionero. Llevaba cantándola mucho tiempo, sobre todo en Asturias. Y cerraba el ciclo.

El disco toca los CIE, el cambio climático, la represión... Los temas de la izquerda.

Yo sí creo que la música puede tener una trascendencia política, pero tiene mucho más que ver con lo que haces con esas canciones que con lo que dices en ellas. La canción de los CIE la hice porque estuve en contacto con la Plataforma por el cierre de los CIE, sobre todo en Valencia. Esa canción la compuse para ellos, para darles un poco de visibilidad y porque son ellos los que me han enseñado el problema tan gordo de racismo institucional que empieza en los CIE pero que va mucho más allá.

Tengo algo que decirle, sin embargo, está emplazada en el siglo de movilizaciones y de represión policial en el que vivimos y A ver la ballena está inspirada en algo que me interesa bastante: cómo se comporta la gente cuando se forma una turba. Es decir, cuando existe una colectividad sin cohesión, sin que de verdad haya una lucha colectiva. Se pierden las formas y la gente se avergüenza. Fue un suceso histórico. De hecho, cuando estaba escribiendo la canción apareció otra ballena en Ribadesella y me hizo mucha gracia porque la noticia era que había aparecido ya muerta pero que la gente se acercaba a hacerse selfis con ella.

Una canción de Nacho Vegas llamada Ideología es básicamente un pleonasmo.

Vivimos en un mundo tan hiperideologizado. Nos venden un mundo blanco en el que parece que la ideología no está tan presente, que todo se basa en decisiones selectivas y en maneras de pensar libres. En realidad, la ideología esconde códigos allá donde miremos. La ideología consumista -entendida no como ir a gastarnos el dinero que no tenemos a cascoporro, sino como aquello que dice que lo que consumes es lo que te define- está muy ligada al pensamiento individualista del mundo. Y eso es lo aterrador. Hace que la gente se desmovilice.

Se crea la sensación de que los productos culturales están desprovistos de política y de que la cultura puede ser algo que apele a sentimientos comunes a todo el mundo. Y eso es ideología. Nos hacen creer que dentro de la cultura le puede gustar lo mismo a alguien de izquierdas y de derechas. Y puede ocurrir, pero no significa que esté desprovista de ideología. Hoy en día los focos principales donde se desarrolla la cultura son los macroeventos y los macroeventos son ferias de muestras llenas de marcas donde te venden desde un coche hasta el último cómic de Marvel.

Y la marca Dios de la que hablas.

El cantautor Nacho Vegas.
El cantautor Nacho Vegas.

La marca Dios es lo único que le queda al mercado por mecantilizar. La fe es algo muy parecido al amor y eso es muy difícil de convertir en mercancía. Quizá por eso ahora le tengo mucho más respeto a la gente que tiene fe de lo que le tenía hace 15 años, cuando llevaba ese anticlericalismo progre.

Canta: «No soy terrorista pero sé algo del terror». Alsasua, Valtonyc... ¿Qué es, pues, terrorismo?

Esos casos son terrorismo de Estado. El problema es que terrorismo es una palabra que se usa según convenga a cada bando. Yo no me referiría nunca así a lo que han hecho Valtonyc, Pablo Hasel o los chavales de Alsasua. Sin embargo, a que persigan judicialmente a políticos o activistas o encarcelen a músicos sí lo llamaría terrorismo de Estado.

¿Tiene miedo? ¿Hay autocensura?

Ni siquiera pienso que la gente que está siendo perseguida ahora haya sentido nunca miedo. Al final hay algo que prima y es el deber, el imperativo moral. Siempre pienso que la música debe funcionar como contrapoder y espero que consigamos entre todos y todas enfrentar el poder, pero que el poder nunca pueda con la música. Lo contrario de lo que está ocurriendo ahora. Si tenemos miedo y dejamos de decir cosas que creemos que son necesarias, nunca vamos a hacer que cambie.

En mi caso hay autocensura pero no en ese sentido. Yo repaso lo que escribo y hay códigos que no quiero soltar en caliente, porque hay veces que he escrito cosas que tenían más sentido como boutades, que las escribía para atacar más que para expresar una emoción. Y eso son los tipos de clichés que me he ido quitando y que quizá sea autocensura. Pero autocensurarme pensando en que va a venir la Audiencia Nacional ni se me pasa por la cabeza.

El fin de Rajoy, ¿era un objetivo o es solo un paso?

Estoy desencantado con la política del Estado español. Es una buena noticia que se haya echado a un Gobierno del PP que se ha demostrado palmariamente que es corrupto, pero está gobernando el PSOE. No nos hemos librado ni del bipartidismo. Además, el PSOE aún tiene que demostrar que va a virar a la izquierda, derogar la reforma laboral del PP, que era hermana de la de Zapatero.. Yo no me fío del PSOE.

Aunque es un tema que me interesa bastante poco. Estoy más esperanzado con algunas propuestas municipalistas, como está ocurriendo en Xixón. Ahí sí creo que puede llegar un cambio, políticas de cercanía que son mucho más transformadoras que las que pueden verse en el Congreso, que al final son casi siempre papel mojado.

¿En qué momento dirá Nacho Vegas que este disco ha cumplido sus expectativas?

No me planteo ningún objetivo demasiado ambicioso como remover conciencias o cambiar el mundo. Intentaré ayudar con mi trabajo, si puedo. Pero las canciones hablan de sentimientos que han vivido gentes de todo tipo y de toda clase... Bueno, espero que un fascista no escuche mis discos. Pero salvando eso, de ahí para abajo, todo será bienvenido.

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