«Teníamos un buen argumento y decidimos probar en los ensayos hasta dónde éramos capaces de desarrollarlo sin decir nada», reconoció el director de la obra, Javier Esteban.

La prueba salió bien y ellos mismos se sorprendieron. «Los que la han visto han quedado  asombrados de todo lo que les hemos contado sin decir nada», añadió.

Entre todo lo que narran, los actores intentan plasmar cómo influye el progreso en la vida de los hombres y, sobre todo, qué es lo que nos perdemos en el camino. «Los avances son buenos, pero también nos obligan a renunciar a muchas otras cosas», añadió Esteban.

Solitos lleva al espectador la relación de este matrimonio que convive con el paso de los trenes, las llamadas de teléfono y su silencio hasta que su vida cotidiana se ve modificada por la llegada de un hombre que viene a analizar su trabajo.

«Esta presencia estuvo inspirada de la película Historias de la cocina, que plantea algo parecido y que nos llamó mucho la atención cuando la descubrimos», reconoció el director.

Sus diálogos sin palabras, sus reacciones y sus sentimientos se presentan con gestos «cotidianos, los que usamos a diario en nuestra vida». «No nos damos cuenta, pero un 60% de lo que transmitimos en nuestra cotidianidad lo hacemos a través de gestos y todos esos son los que hemos rescatado en Solitos», recalcó.

Aunque es una novedad para sus registros, los actores de Azar Teatro ya han trabajado sin texto en sus obras de calle. Por eso,  confían en que la reacción del público ante esta nueva propuesta será buena. «Al principio sorprende, pero se entra en la historia de forma muy rápida», finalizó.

* Sala Ambigú. Viernes y sábado a las 20.30 horas. 7,20 euros.