Cerca de 300 personas, la mayoría con sus animales de compañía, aunque también hubo otras sin ellos, hicieron guardia a las puertas del templo hasta que el párroco de San Miguel armado con una ramita bendijo a los animales uno por uno.

Allí estuvo Cherry, un perrito capaz de hacer el pino (demostrado), una paciente tortuga, algún que otro loro y periquitos y gatos que miraba con recelo a sus enemigos irreconciliables. Como Tango, Ray, Zeus, Travis o Kima.

"Venimos todos los años. Es una costumbre que siempre hemos tenido en mi familia", explica Mercedes, que carga con Dana, una gata negra.

"Hemos quedado los que nos juntamos para pasear al perro todos los días. La bendición no va a hacerle daño al animal", bromea Miguel mientras sujeta fuerte un gran danés con una mirada muy apacible y de nombre Kaise.

Por haber, había incluso un caballo, un habitual en la tradicional bendición del santo que protege a los animales, que este año recibieron un pequeño paquete de galletas.

La fiesta de San Antón es una de las celebraciones con más arraigo en la capital palentina; pero también lo es en la provincia. Varios pueblos celebrarán durante los próximos días la bendición, entre ellos Fuentes de Nava, Paredes, Becerril o Villamartín, por nombrar algunos, cercanos a la capital, aunque en el norte de la provincia también es una costumbre arraigada.

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