Miguel Ángel Fernández ha vuelto a ganar otra batalla en la guerra particular que mantiene con la entidad bancaria BBVA desde 2004. Un juez le ha vuelto a dar la razón y obliga al banco a reincorporarlo inmediatamente y a pagarle 30.000 euros en concepto de daños morales.
Los hechos se remontan a finales de 2004, cuando Miguel Ángel trabajaba en la sucursal de Sarriko del BBVA a través de una subcontrata. Tras varios años realizando su trabajo en las mismas condiciones que los trabajadores del banco, solicitó su integración en la plantilla.
A partir de ahí, sufrió el acoso de su empresa, Azertia, y posteriormente logró que el juez le diera la razón y la condenara por mobbing y obligara, además, al BBVA a contratarlo. Sin embargo, el mismo día que se incorporó, fue despedido porque no tenía el perfil adecuado para las necesidades de la entidad.
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