
Hace ya tiempo que se dejan ver en las estanterías, pero realmente es ahora cuando comienza la temporada de cerezas. ¿O de picotas? Porque cada año nos hacemos la misma pregunta al ver que ambos términos se usan de forma un tanto aleatoria.
En realidad, es bastante sencillo distinguir unas y otras: el rabito de esta fruta es lo que marca la diferencia. Pero ojo, porque no es picota real todo lo que se vende como tal, según explican los productores de picota del Jerte.
Actualmente -apuntan- hay tres variedades en el mercado: la cereza convencional (con rabito), la supuesta picota, a la que se le ha retirado este pedúnculo de forma artificial, y la picota del Jerte, cuyo pedúnculo queda en el árbol de forma natural en la recogida.
Bajo el sello de la Denominación de Origen Cereza del Jerte se agrupan las cerezas navalinda y cuatro variedades de picota (ambrunés, pico limón negro, pico negro, y pico), que se caracterizan por dejar el rabito en el árbol. Algo que tiene que ver con la propia composición genética de estas cerezas y su concentración de azúcares.
Pero, más allá de la diferencia física, ¿el sabor también es diferente en el caso de las picotas frente a las cerezas convencionales? Según explican los productores, la clave está en el crujido del fruto al comerlo y en el equilibrio entre ácidos y azúcares de su composición y sabor.
Las previsiones para esta temporada se han visto afectadas por las lluvias durante la etapa de floración, apuntan los responsables de esta DOP de Cáceres. De todos modos, se espera que se recojan unos 8,5 millones de kilos en un temporada que se prolongará hasta finales de julio y que permitirá ver las primeras picotas del Jerte en las tiendas a mediados de junio.
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