Las denuncias de padres agredidos por sus hijos se duplican en 3 años

La madre es la principal víctima en los 51 expedientes abiertos en la Fiscalía de Menores
de Vizcaya en 2007. Un piso de 8 plazas recién abierto en Donostia acoge a chavales maltratadores.
Una madre llega amoratada a la comisaría. Ya no puede más. Se sienta con el policía y confiesa: «Mi hijo me maltrata». Era algo impensable hace una década, pero hoy en día cada vez es una realidad más común. La Fiscalía de Menores de la Audiencia Provincial de Vizcaya registró en 2007 un total de 51 denuncias por maltrato de hijos menores de edad a sus padres.

Son más del  doble que en 2004, cuando se recogieron 21 expedientes. La tendencia es ascendente. En 2006 hubo un pico con 58 casos.

Casi siempre la víctima es la madre, según fuentes de la Fiscalía de Menores. «Son realidades muy duras, a menudo complicadas por el consumo de drogas del agresor», explican. Realidades muchas veces insostenibles. Visto esto, el Gobierno vasco abrió a finales de 2007 un piso en Donostia para acoger a chavales que agreden a sus padres. Allí, lejos de sus progenitores, conviven unos 8 menores durante un año aproximadamente.

Es un grupo educativo, con un equipo de psicólogos y orientadores. «Son menores de edad, y no se trata de castigarlos. El piso sirve para que el chaval pueda volver en un tiempo a su casa. Y si no, que al cumplir los 18 años tenga habilidades para valerse por sí mismo», detallan en la Fiscalía.

El piso de Donostia es uno de los destinos, pero no el único. Para decidir qué medida tomar, los jueces se basan en un informe sobre el acusado elaborado por un equipo psicosocial que entrevista al chaval, su familia, sus profesores... Otra alternativa es la libertad vigilada, que obliga al maltratador a dejar la droga, ir a clase, visitar a un psicólogo... Para casos más graves, o cuando la familia está desestructurada, hay centros de reforma.

Chicos de todas las clases sociales

¿Cómo es el hijo que maltrata a su madre? Casi siempre son chicos, y, generalmente, con problemas de drogas. Ahora bien, este dislate doméstico ocurre en familias de todas las clases sociales, según indican en la Fiscalía de Menores. Los servicios sociales ofrecen también a la familia participar en una terapia para analizar qué es lo que se hace mal y saber cómo solucionarlo. Y eso es como siempre: hay hogares que colaboran y hogares que niegan toda responsabilidad.

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