Rodríguez ha explicado que esto podría hacerlo de manera individual, pero ha dicho que en su opinión sería un "contrasentido", teniendo en cuenta que la Iglesia es "comunidad de fe" y por eso cree que es importante tener en cuenta a todos a la hora de prestar el servicio pastoral a la diócesis.

"Es una amplia consulta para impulsar la pastoral y tomar decisiones, equivocándose lo menos posible a la hora de llevar a cabo la acción pastoral", ha precisado.

Se trata de una "llamada a toda la diócesis", sacerdotes, seglares y miembros de la vida consagrada para que participen en la reflexión, en la oración y en la toma de decisiones, ha apostillado.

El Sínodo diocesano es un órgano colegial eclesiológico con el que el obispo pretende medir el pulso de la diócesis y proponer una novedosa forma de actuación en los distintos ámbitos de la pastoral, con impulso renovado y nuevos métodos para favorecer una mayor vivencia de la fe y un mayor compromiso comunitario.

El proceso del Sínodo es largo, porque tal y como ha explicado monseñor Rodríguez, comprende fases muy reflexivas por lo que se augura un trabajo ininterrumpido que puede durar tres o cuatro años hasta que, una vez terminadas las sesiones del mismo, el obispo proceda a la redacción final de los decretos y declaraciones pertinentes.

El último Sínodo, anterior a la reestructuración de los límites diocesanos, se celebró en 1948 cuando era obispo Luis Alonso Muñoyerro.

Este anuncio surge precisamente este año, que concluye el Plan Pastoral vigente, lo que ha llevado a Rodríguez a pensar en revisar uno nuevo con una mayor participación de cara a la orientación de la pastoral futura.