Raquel Suárez o cómo emprender a los 46 años y con 12 hijos

  • Esta madrileña y su marido se vieron obligados a crear una empresa al ser estafados y verse arruinados.
  • Con motivo este martes del Día Internacional de las Familias, ella cuenta la forma en la que logra trabajar por cuenta propia y gestionar una prole numerosa.
Raquel Suárez, junto a nueve de sus doce hijos, en su casa de Madrid.
Raquel Suárez, junto a nueve de sus doce hijos, en su casa de Madrid.
JORGE PARÍS
Raquel Suárez, junto a nueve de sus doce hijos, en su casa de Madrid.

En un país con una tasa de fecundidad de 1,34 niños por mujer y con tres ejercicios consecutivos registrando más muertes que nacimientos, Raquel Suárez rompe todas las estadísticas. Esta madrileña de 50 años tiene doce hijos. Tras más de dos décadas dedicada a ellos y a las tareas del hogar, un duro revés económico la obligó a reinventarse y en 2014 se embarcó, junto a su marido, Jesús Bueno, en la constitución de Doce Peces, una micropyme dedicada a la entrega de alimentos a domicilio. De esta forma han podido salir adelante.

"Ni de pequeña tenía obsesión por tener tantos hijos ni me casé pensando en doce. Fue ocurriendo con el paso del tiempo y lo fuimos aceptando. Ha sido una decisión adoptada libremente y estoy muy contenta", relata esta madre, que recibe a 20minutos en su casa con motivo este martes del Día Internacional de las Familias, instaurado por la ONU hace veinticinco años. Desde entonces, el concepto ha evolucionado tanto que actualmente hay casi tantos tipos como núcleos familiares. "Nosotros no somos una familia perfecta, somos una familia, simplemente. De los más normal. Aunque esa palabra no me gusta porque, ¿qué es normal en esta vida? Mi camino era este y se acabó", sentencia esta mujer con la energía que la caracteriza. "Somos creyentes pero no pertenecemos a ninguna organización religiosa", aclara.

Ella se quedó embarazada por primera vez con 23 años, lo que provocó que fuera despedida. Denunció a la empresa y ganó el juicio pero decidió no regresar al trabajo. Sin lujos y con sacrificios, el negocio de Jesús, basado en la distribución en España de bacalao procedente de Islandia, les daba para vivir. Hasta que fue estafado y se quedaron en la ruina. "Hemos pasado siete años muy malos. No teníamos nada, ni para comer ni para vestir...", afirma Raquel.

Doce Peces empezó con tres clientes y enfocada a pescado y marisco. Cuatro años después tiene unos 200 compradores y reparte también carnes, frutas y verduras. Jesús adquiere cada madrugada la mercancía en Mercamadrid y desde allí entrega los pedidos puerta a puerta. Raquel le ayuda con el reparto por las tardes. "Las webs están más extendidas. El detalle curioso es que nosotros trabajamos por Whatsapp, con una lista de difusión".

El matrimonio se ha encontrado siempre con la incomprensión de sus padres, que nunca han entendido cómo se atrevieron a tener tanta descendencia, pero ayuda, especialmente en los malos momentos, no les ha faltado. "Para ellos estamos locos perdidos. No se dan cuenta de que teníamos que hacer nuestra propia vida. Pero pese a que nos han dicho de todo, no nos han dejado tirados", reconoce esta madre.

El día a día

"Se hereda todo: la ropa, los zapatos... y hay amigos que nos regalan cosas que tienen casi sin usar", continúa y se queja de que las ayudas públicas, más allá de descuentos en transportes o becas para el estudio, solo llegan "si se está en la auténtica miseria". Las vacaciones las pasan en Pinilla de Buitrago, una pequeña localidad de la Comunidad de Madrid en la que la familia paterna tiene una casa. Los niños disfrutan además de quince días de playa gracias a que la abuela paga las colonias.

Los mayores han ido a recoger a los pequeños a la salida del colegio y la casa se va llenando de gente. "En estas familias como la nuestra los mayores siempre se ocupan de los pequeños. Es el rol que les ha tocado. Entre todos nos ayudamos, si no yo no daría abasto", apunta esta emprendedora. Esa colaboración es aún más necesaria desde que fundaron la empresa y pasa las tardes fuera de casa, una situación que ha supuesto un importante cambio para ella: "Yo no salía prácticamente. Con una familia tan grande no da tiempo y cuando empecé a trabajar me cansaba mucho estar en la calle, todo el día en el coche. Pero ya me he acostumbrado. Te acostumbras a todo".

La convocatoria para la foto que ilustra este reportaje ha logrado reunir a nueve hermanos. A medida que crecen, va siendo más difícil juntarlos a todos. La última vez fue en septiembre, en el cumpleaños de la más pequeña, y la próxima será el 27 de mayo en la comunión del undécimo.

De entre 26 y 8 años, son siete chicas y cinco chicos, uno de ellos con una discapacidad intelectual, de los que actualmente viven en el hogar familiar ocho. Las dos primeras se han independizado y dos de los varones residen con una tía del padre, de 88 años, a la que cuidan.

El piso, de unos cien metros cuadrados, dispone de cuatro habitaciones, un baño completo y un aseo. "No todos se tienen que duchar a primera hora. Pueden hacerlo por la tarde o por la noche", afirma esta empresaria. Cada uno se prepara su desayuno, hace su cama y para las labores domésticas hay establecida una programación. Es cuestión de organizarse. Comen en el comedor del colegio y empiezan a regresar a casa para la merienda. Es así como por las mañanas, en la casa reina el silencio. "Lo valoro mucho", remarca Raquel entre risas.

Preguntada por si considera que se ha perdido algo, su respuesta no se hace esperar: "Viajar". "Es lo único", agrega, y espera poder hacerlo cuando todos sean mayores.

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