El estuario del Tajo, donde el agua dulce del río se mezcla con la sal del Atlántico, es una metáfora maravillosa de la mezcolanza que se produce en Eurovisión, donde idiomas, culturas, países y medios se unen y fluyen en una sola dirección, aquella desde donde viene la música.

Lisboa se ha volcado y casi desbordado con el festival europeo de la canción, casi literalmente, pues son 43 los países concurrentes, con sus correspondientes delegaciones y medios de prensa acreditados (sólo periodistas había cerca de 1.500 en Lisboa exprofeso para el evento). A una ciudad de por sí turística se le añade uno de los eventos que más fans de más países congrega. Estos días la ocupación hotelera y residencial de Lisboa está al 95%.

Eurovisión es un viaje también en lo metafórico, pues al igual que ocurre cuando se sale de casa y se descubre que el mundo es más grande que el pueblo de uno, aquí se revela lo pequeña que es la candidatura de España en Eurovisión, luchando codo con con otras 42 propuestas ni más ni menos conocidas por el resto de países. Ahí está la lucha de Alfred y Amaia.

La pareja no para estos días. No han parado en semanas, en realidad, cantando en fiestas eurovisivas por Euroclubs y acudiendo a actos para darse a conocer. Pero el hecho de que España pertenezca a los 'Big Five', los países fundadores de Eurovisión y que se clasifican directamente para la final, es casi una desventaja más que una garantía.

Los países que participan en una de las dos semifinales de eurovisión tienen una exposición mayor, pues su canción puede sonar hasta tres veces al día entre ensayos retransmitidos (y multiradiados por la prensa y aficionados), Family Party, y demás ocasiones.

Para nosotros la historia de Amaia y Alfred está más que clara. Nos enamoramos de la naturalidad rebelde de Amaia y de la sensibilidad Alfred y del talento y la cultura musical de ambos. Pero aquí, en Lisboa, pasan más desapercibidos. Ni siquiera su historia de amor es una baza, la representante de Lituania, Ieva Zasimauskaité, tiene en su puesta en escena a un amable muchacho con el que se hace arrumacos sobre el escenario. Y el muchacho es su marido. Nos llevan un nivel legal de ventaja.

Las bazas de nuestros artistas son su calidad artística, su naturalidad, su sonrisa y la ilusión que despiertan a su paso. Hoy la infalible Amaia y el sereno Alfred han acudido a un colegio español de Lisboa. Es esperanzador ver a un centenar de niños volverse locos por un adulto que no le dé patadas a un balón.

En la sala de prensa (los periodistas, por lo usual más que especializados en Eurovisión, verdaderos eurofans, son usados como termómetro) son pocos los países los que aún emocionan. Dos destacan de la primera semifinal: Israel y Chipre. Ambas artistas, Netta y Eleni Foureira figuran entre las favoritas y aún provocan algún meneo de cadera a modo de esbozo de baile. Y eso, en esta ONU con espíritu bailongo que es la sala de prensa de Eurovisión, es mucho decir, llena como está de profesionales que llevan oyendo las mismas canciones, una y otra vez, durante días.

La cosa se pone emocionante esta noche: la primera semifinal definirá los diez primeros países que se clasificarán para la final y además, tras la gala, se sorteará el orden en que actuarán (primera o segunda mitad). España por lo pronto lo hará en la primera mitad de la final.

20minutos seguirá en directo y dará al minuto todos los detalles de la semifinal y además podrá seguirse en directo a través de Facebook la rueda de prensa tras la gala, en la que estarán presentes Amaia y Alfred, que esta noche acuden como invitados a la semifinal. Su presencia se garantiza con la emisión de un fragmento de su actuación del sábado 12, día de la final.