Cuando se terminó el pantano de Benínar (Almería), en 1983, ya se sabía que los terrenos no eran adecuados y que darían problemas. 25 años después, la Junta vuelve a sacar a concurso el estudio de «fenómenos anómalos» en el pantano. José Indalecio, de la asociación Hijos de Benínar (el pueblo que quedó sepultado bajo las aguas), asegura que desde que se iniciaron los sondeos se sabía que habría filtraciones y que los «ingenieros confirmaron lo que los viejos del lugar ya sabían». No obstante, se siguió adelante para abastecer los invernaderos del Campo de las Dalias. Y ahora tienen que volver a estudiar los problemas.
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