Prácticamente todos los actuales políticos y demás personas relevantes de cualquier ámbito nacional han sido educados bajo el sistema anterior... y no parece que vivan bajo trauma alguno.
Hay auténtico pánico a decir cosas como éstas, y todos los políticos parecen avergonzarse de ello.
Hemos universalizado la enseñanza a costa de rebajarla drásticamente en lo básico: en la formación de personas con valores.
Hoy, nuestra juventud no pasa de ser «solidaria» y poco más. No tienen ni saben a qué agarrarse; no tienen personalidad ni capacidad de superación alguna y ello, en el fondo, les impide ser libres, ejercer sus derechos por pura incapacidad personal, al no haberles dotado de una auténtica formación humana, de fondo, de calado.
Y así llegamos al absurdo de entender que un cachete es malo por sí mismo.
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