Aunque es la broma fácil ya nadie se pregunta qué hacen unos chicos como ellos en un sitio -el que sea- como éste. Los éxitos de los ochenta que insuflaron vida a la movida no son el único sustento para estos cuatro veteranos de la escena del rock nacional.
Con más de treinta años sonando por los escenarios, sus letras no han perdido el aire canalla, chulesco, castizo y nostálgico que los caracteriza.
Y no son nostálgicos de los que cantan a la chica de ayer. El uso de la memoria de estos madrileños es inverso: se anticipan, extrañan lo que aún no ha pasado como en una epidemia de optimistas con los ojos puestos en el futuro.
De los primeros años del grupo permanecen grandes temas, la imagen de abarrotados -y desfasados- conciertos y el recuerdo del emblemático Pepe Risi, al que se llevó una neumonía en 1997, el mismo año en que fallecía Toño, otro antiguo miembro de la banda.
Pero esta incertidumbre, así como los vaticinios poco acertados de que este era el fin de Burning, no dura para siempre. Dulces dieciséis, grabado entre 2004 y 2005, supone el definitivo regreso de una banda que desde entonces no ha parado. En este último año, a través de la gira Conexión Rock Latino, y junto con La Mancha de Rolando, Burning ha pisado los escenarios argentinos dando buena cuenta de su buen rock.
* Sábado, a las 21.00 horas, en la Carpa de la Plaza de Europa de Piedras Blancas (Castrillón). Gratis.
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