Dos de cada tres familias que vivían en el poblado de La Esperanza ya se han integrado perfectamente en los barrios payos que las acogieron y los servicios sociales ya han dado por cerrado sus expedientes. A estos hay que sumar otros 21 hogares con los que continúa el seguimiento «para garantizar su plena integración», según indicó la concejala de Acción Social, Rosa Hernández.

Con los datos que maneja el Ayuntamiento, de las 108 familias que vivían en el antiguo gueto -que se llegó a conocer como el supermercado de la droga del noroeste de España- sólo 18 han sido realmente conflictivas.

Los monchines, fuera

Ha sido necesario acudir a los tribunales para solicitar la devolución de la ayuda de 66.100 euros o la vivienda que compraron con ese dinero porque no cumplían las normas. La principal razón que llevó al Ayuntamiento a quitarles el dinero es que no residían en la vivienda que compraron o por condena judicial, como el caso de los monchines.

Otros de los motivos para perder la subvención era que no se dejasen hacer un seguimiento por parte de los trabajadores sociales o que no lleven a sus hijos al colegio.

La mitad de las familias que ya han dejado el programa por los técnicos consideran que están perfectamente integrados lo han hecho en el último año y medio. En abril de 2006 habían salido 36 y en la actualidad ya son 69.

«No ha sido un proceso fácil, pero desde el Ayuntamiento se ha realizado un seguimiento muy exahustivo de cada caso», subraya la concejala de Acción Social, quien destacó que si alguna de los procesos cerrados da problemas se puede reabrir el seguimiento.

El 19 de enero se cumplen ya cinco años del derribo de la última casa de La Esperanza y allí han levantado ya 158 pisos de protección oficial.

1979. Comenzó a formarse el poblado de La Esperanza como un asentamiento chabolistas. Poco a poco, sus habitantes fueron levantando viviendas de ladrillo

1988. Sale la primera familia del poblado dentro de un programa de realojo general. En 1991 empieza un plan especial.

Mediados de los años 90. El poblado se convierte en el mayor foco de venta de drogas del noroeste de España.

2003. El 19 de enero, el Ayuntamiento derriba la última vivienda que quedaba en La Esperanza y pone fin así a 24 años del gueto. Hubo protestas vecinales porque muchos realojos se hicieron en los barrios del este de la ciudad.

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