VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

La adolescencia de Podemos

Vicente Vallés
Vicente Vallés
20 minutos
Vicente Vallés

Un viejo militar americano solía rebajar las expectativas y enfriar los entusiasmos de aquellos historiadores que fabulaban con las habilidades estratégicas de determinados generales victoriosos frente al enemigo: "No hay estrategia que sobreviva cuando se inicia la batalla". La dura realidad es un filtro durísimo para cualquier planificación, por muy bien trabajada que esté. En política, como en la guerra, las brillantes estrategias diseñadas en el aire suelen sufrir un violento choque con la complejidad del día a día en las instituciones, y de las relaciones personales (que tanto influyen en política). "Things happen", dicen los anglosajones. Pasan cosas, y no es posible preverlas todas, ni acertar en cada caso.

Podemos tuvo un lanzamiento fulgurante, que puso al partido en la órbita del Parlamento Europeo (en su primera cita electoral), en importantes alcaldías y en el Parlamento nacional. En muy poco tiempo de vida, personas llegadas a la política desde la universidad y desde colectivos sociales se plantaron en las instituciones demostrando una admirable capacidad de respuesta a las expectativas de un grupo social que parecía sentirse huérfano de representación política. Pero las prisas, las expectativas exageradas y las ambiciones personales ilimitadas son malas consejeras.

Pablo Iglesias, en su faceta de analista político, dijo antes de las elecciones de 2015 que Podemos tenía una ventana de oportunidad para llegar al poder. Si no la aprovechaba, la situación quizá no sería la misma después. Y Podemos no aprovechó esa ventana de oportunidad. No la aprovechó en las elecciones de diciembre de 2015, y la desaprovechó con graves consecuencias para el partido en las elecciones de junio de 2016. Graves consecuencias porque, después de perder más de un millón de votos entre diciembre y junio, Podemos entró en una depresión propia de un partido adolescente, y en una agria lucha interna entre egos.

Cuando se celebró la Asamblea Ciudadana fundacional, todos los mensajes que salían desde Vistalegre iban dirigidos hacia fuera, hacia la sociedad. Este pasado fin de semana, el principal mensaje de Vistalegre ha sido hacia dentro: gritos de los militantes y simpatizantes pidiendo unidad interna. Y, en los días que han pasado, esa unidad sigue siendo solo una petición de los simpatizantes.

La estrategia diseñada por Podemos hace unos años no ha soportado el contacto con el campo de batalla, con la política de verdad. Ahora, el partido apuesta por Pablo Iglesias en lugar de por Íñigo Errejón: refugiarse en la calle, en lugar de centrarse en el trabajo institucional. Y, sí, en las calles se puede desestabilizar al que gobierna. Pero, hasta ahora, desde las calles nunca se ha gobernado. Solo se hace oposición.

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