¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza cuando piensa en Melilla?

El Pueblo, una ciudad de 510 años de antigüedad con calles empedradas y paredes llenas de Historia. También el mar rodeando Melilla.

La mejor banda sonora para disfrutar de la ciudad es…

Gladiator.

¿Qué época del año le sienta mejor a la ciudad?

La primavera. El paisaje cambia y todo es más verde. Así, el poco campo que tenemos está mucho más bonito.

¿A qué huele Melilla?

Pues cuando sopla el levante y funciona mal la depuradora echa un pestazo impresionante.

¿Y a qué sabe?

Depende del bar y de la tapa que te pongan.

¿Qué es lo que más le atrae de la ciudad?

Su Historia, su configuración arquitectónica y su centro modernista.

¿Y lo que más detesta?

¿Además de los políticos? Los políticos.

¿Es de esas personas que está loca por coger el barco o el avión para ir a la Península?

Para nada. Necesito cogerlo por razones de trabajo y a veces estoy loco porque no me llamen y poder quedarme aquí.

¿Qué caracteriza al melillense de a pie?

Quizás un amor a España y a sus símbolos mayor que el que puede haber en la Península, sobretodo por el alejamiento geográfico y por lo lejano que a veces vemos al Gobierno, que parece que nos deja de la mano.

¿Aprovecha la proximidad de Marruecos para visitarlo?

De vez en cuando. Ahora la frontera está muy mal y prefiero quedarme un fin de semana en Melilla a pasar dos horas en la frontera, tanto a la ida como a la vuelta.

¿Todoterreno o turismo?

Todoterrreno, porque me gusta meterme en cualquier sitio.

¿Té moruno o el café de toda la vida?

Té moruno, por supuesto. Y con mucha hierbabuena.

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