El cambio es espectacular. Ahora mismo, la mitad de la Catedral está gris oscuro como el carbón y, la otra, marrón claro como la arena fina y el color del champán.
Desde que comenzaron las obras en agosto de 2006 ya han limpiado, restaurado y consolidado el 50% de la fachada principal, la que da a la avenida de la Constitución.
«Era el reto para marzo, pero todo va más rápido de lo previsto», explica Alfonso Jiménez, conservador de la «montaña hueca» , como le gusta llamar a este arquitecto al monumento que cuida los 365 días del año.
La gruesa costra de suciedad formada por el paso del tiempo y la polución está saliendo con facilidad. Las piezas más deterioradas por la humedad están siendo sustituidas por otras piezas procedentes de dos canteras que hay en Albacete y Alicante.
La fachada gótica, la parte más difícil de limpiar, ya está concluida. «Ahora queda la parte de la capilla del Sagrario, con sus pináculos y jarrones barrocos», dice Jiménez.
La restauración, que finalizará en 2009, ha sido posible gracias a un convenio entre la diócesis, el Cabildo y la Fundación Caja Madrid.
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