En Rumanía las cosas no le iban muy bien "la situación cada vez era peor y mi familia necesitaba comida para llevarse a la boca. Tuve que tomar la decisión de salir de allí en busca de un futuro".
Llegó a Badajoz en 2002 en busca de una vida mejor para los suyos "me vine con mi mujer y tres de mis hijos, el mayor tuvo que quedarse en mi país". Sin embargo sus circunstancias y no saber hablar bien español le impidieron encontrar un trabajo normalizado.
Sali Nicolás decidió ganarse la vida de la mejor forma que sabía, con su música. "Necesitábamos dinero para vivir y no tenía trabajo, por eso me puse a tocar en la calle. Pero yo no soy un ‘vagabundo con un instrumento', toco elaboradas melodías rumanas, aprendí música de pequeño en una escuela donde me enseñaron a tocar el acordeón. La música es un arte y una forma honrada de ganarse la vida".
La plaza de Conquistadores y avenida de Huelva son los escenarios donde este músico rumano ofrece su actuación'cada día. "Llevo tocando en las mismos sitios desde que vine a Badajoz. Me agrada tocar en las calles pacenses, a pesar de que la gente me da muy poco dinero me llega para comer (...) Pero me gustaría tener un trabajo donde yo pudiese hacer mi música en un lugar donde no pasase tanto frío".
A sus 52 años Sali sigue llenando de melodías rumanas la capital pacense. Lo cierto es que sería bastante raro pasear por estas calles y no oír de fondo las notas de su acordeón.
Este músico aporta un toque de alegría, con su sonrisa y su música, a la estresante vida de los transeúntes.
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