Jaime de Marichalar reparte su tiempo libre entre la biblioteca y los restaurantes de lujo

Ninguna separación es fácil, y menos la de un duque consorte, esposo de la Infanta Elena. Jaime de Marichalar es quien ha llevado la peor parte. Rodeado de fotógrafos que le siguen a todas partes, sus reacciones y sus gestos son analizados con lupa por los cronistas del corazón.

A juzgar por su semblante, no se encuentra tal vez en su mejor momento anímico, y tras el anuncio de su separación, su comportamiento, sus costumbres y su trayectoria profesional fueron objeto de debate en todas las tertulias de los programas rosa. No así las de su todavía esposa, la Infanta Elena.

Incluso algún que otro periodista acreditado en Zarzuela han hablado de él en televisión con una desenvoltura desconocida hasta hace unos meses. La línea habitual de respetuosa distancia por parte de los medios de comunicación con respecto a los miembros de la Corona se ha roto en los últimos tiempos por la parte más débil de la cuerda, la de un hidalgo soriano que contrajo matrimonio con la hija mayor de los Reyes de España hace trece años.

Ya no se critica su forma de vestir, tan audaz. Ahora se habla de sus ingresos, e incluso se cuestiona su permanencia como delegado en las grandes empresas de moda donde trabaja como consejero delegado tras su ruptura con la Infanta. Se omite, sin embargo, que Don Jaime es un gran experto en ese campo. Él fue el principal artífice del montaje de la primera tienda de Manolo Blahnik en Madrid.

Según ha publicado la revista "Tiempo", el duque de Lugo inició la mayoría de sus negocios tras casarse con la Infanta Elena y percibe unos ingresos anuales de 1.155.000 euros por su trabajo en siete multinacionales entre las que figuran el banco suizo Credit Suisse, Loewe o Cementos Portland.

El reportaje comparaba también el cambio del estilo de vida del duque, que pasó a vivir, de soltero, en un piso de 40 metros cuadrados a adquirir un triplex en el barrio de Salamanca de más de 500 metros con un valor estimado de 3.5 millones de euros en el mercado inmobiliario. Lo cierto es que a Don Jaime de Marichalar una tía carnal, en detrimento del resto de sus sobrinos le legó una considerabale fortuna al considerar que, por ser duque consorte, tenía que estar mejor dotado económicamente en su matrimonio. Ninguno de sus hermanos se contrarió, en cierto modo la tía resucitó con él la costumbre del mayorazgo, tan habitual, hasta el siglo XIX, entre los nobles castellanos.

La noticia de los emolumentos del duque colapsó la información rosa del lunes, tras la salida a los kioskos de la revista. Iñaki Urdangarín, la Infanta Cristina, y hasta Letiziza han pasado a un segundo plano. Él sobrelleva como puede la situación y los que le conocen afirman que está bastante afligido.

No ha renunciado a su costumbre de almorzar en los mejores restaurantes, pero tras el infarto cerebral que sufrió, cuando estaba felizmente casado con la Infanta Elena, no era raro verlo almorzando completamente sólo en restaurantes cercanos a su domicilio, donde le traían la carne ya cortada en el plato cuando no estaba tan recuperado. Jaime de Marichalar sigue comiendo en los mismos restaurantes, Horcher, Zalacaín y alguno más modesto.

Va a recoger a sus hijos al colegio cuando corresponde ,y los entrega personalmente, como tantos separados,a su madre, en el quicio de la puerta. Según informó la revista Hola negoció con su mujer, tres días después de la separación, el régimen de visitas. El titular del reportaje fotográfico rezaba: "El frío encuentro de los Duques de Lugo" y resaltaba que la actitud de ambos no daba muchas esperanzas a una posible reconciliación. Quienes más lo sentirán serán Elena y Felipe Juan Froilán, especialmente éste último, que siempre estuvo muy unido a su padre.

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