
Siete hombres y dos mujeres forman el jurado popular encargado de enjuiciar, desde este lunes, el caso Morate, el macabro asesinato que en el verano de 2015 costó la vida a dos jóvenes: Marina Okarinska y Laura del Hoyo.
Desde agosto de ese año permanece en prisión su presunto asesino, Sergio Morate, la expareja sentimental de Marina y el presunto autor de su muerte. La segunda víctima, Laura, murió también a manos del asesino de su amiga cuando la acompañaba a recoger sus cosas al domicilio que la pareja había compartido.
El doble crimen que comocionó a los conquenses se convirtió en un rompecabezas para los agentes, que tuvieron que seguir hasta Rumanía la pista del principal sospechoso, que siempre ha negado la autoría de los dos asesinatos.
Tampoco ayudó que los cuerpos de ambas amigas permanecieran durante seis días desaparecidos. Alguien, presuntamente Sergio Morate, los enterró en cal viva a 11 kilómetros del lugar donde acabó con sus vidas.
Este lunes, Morate ha llegado a la Audiencia Provincial de Cuenca para enfrentarse al juicio en el que se dirimirá si es o no culpable de ambos asesinatos. A su entrada le esperaban amigos y familiares de las víctimas al grito de: "Asesino".
Su abogado ha intentado aislar al jurado y que la vista se celebrara a puerta cerrada, pero los 9 miembros del jurado han descartado de plano esa posibilidad alegando que "son personas lógicas capaces de tomar la decisión basándose únicamente en las pruebas" que se expongan en el juicio, y no por "la información de redes sociales o medios de comunicación".
Claves de un crimen macabro
Laura y Marina, las víctimas: Ambas amigas encontraron la muerte en la tarde del 6 de agosto de 2015. Sus cuerpos no fueron hallados hasta el 12 de ese mismo mes junto al río Huécar. Habían sido enterradas en cal viva, para favorecer su descomposición. Tenían 24 y 26 años respectivamente y toda la vida por delante. Laura soñaba con ser peluquera y Marina acababa de contraer matrimonio en su país de origen.
Morate, con antecedentes: Sergio Morate se ha negado a declarar este lunes ante el tribunal que le juzga. Se ha acogido a ese derecho constitucional, pero su historial da pistas sobre la personalidad de este joven, "un monstruo de mente perturbada" (según su propia familia), que trabajaba en el negocio familiar de muebles, pero al que hasta los suyos rehuían por su carácter arisco y violento.
La Policía no tardó en relacionarle con lo ocurrido y en sospechar que podía estar implicado. Morate había pasado un año y medio en prisión por un delito relacionado con la violencia de género: secuestró a una de sus exnovias. Este precedente alertó a los agentes. Morate, que había mantenido una relación sentimental con Marina, no soportaba que le abandonaran.
Una ruptura, el móvil: Este chico de barrio, usuario habitual del gimnasio y vecino encantador (según los testimonios de quienes le vieron crecer), había quedado con Marina, su ex de origen ucraniano, para devolverle algunas de sus pertenencias. Habían roto hacía algún tiempo. Ella incluso había rehecho su vida en Ucrania, casándose. Ahora había regresado de vacaciones para zanjar sus asuntos en España. Lo que Marina no sospechaba es que Sergio no había superado la ruptura sentimental y llevaba tiempo con la idea de acabar con su vida.
El papel de Laura: Marina sabía que su ex era violento y de carácter extremadamente fuerte. El día de la cita, no quería ir sola al domicilio de Sergio. Por eso, su amiga Laura se ofreció a acompañarla. El plan era recoger sus últimas pertenencias y cerrar esa puerta para siempre. Ambas entraron en la vivienda, pero ya no la abandonarían con vida.
Lamentablemente, Laura perdió la vida por ayudar a su amiga, pero esta joven no computa en las estadísticas de violencia de género. Murió a manos de un maltratador cegado por la ira de verse abandonado, pero la justicia no la considera víctima de violencia machista. Solo lo son y computan como tales las parejas o exparejas de estos asesinos.
¿Actuó solo o le ayudaron?: Una de las claves que tendrá que dirimirse estos días es si en el doble crimen de Laura y Marina intervinieron terceras personas. A lo largo del juicio se ha programado la declaración de 39 testigos y 49 policias nacionales que trazarán un croquis sobre las capacidades y pasos dados por Sergio Morante.
Las famiilas de las víctimas y otros testimonios apuntan a que Morate actuó solo. Él las habría matado en el domicilio, pero a partir de ahí no está tan claro que trasladara los cadáveres él solo hasta el paraje final. Según sus vecinos, y a pesar de su aspecto musculado, Morate había perdido mucha fuerza y 20 kilos de peso debido al cáncer testicular contra el que batallaba. De hecho, la nueva fiscal designada también planteó la posibilidad de que intervinieran terceras personas.
La huida a Rumanía: Sus antecedentes y los contactos carcelarios de Morate pusieron a la Policía sobre la pista. Los agentes supieron por la propia familia, que no dejó de colaborar en ningún momento, que el asesino podría haber huido a un país que no tuviera convenio de extradición con España. Es más, en alguna ocasión había mostrado interés por las antiguas repúblicas del Este. Cuando fue detenido en Rumanía, iba en compañía de un antiguo compañero de prisión que fue quien habría franqueado su llegada al país.
Este amigo de Morate, de 27 años, declaró a la Policía de su país que Sergio le confesó el crimen, pero que él no lo creyó. Afirmó no tener nada que ver, y culpó a su excompañero de presidio de haberle "destrozado" la vida.
Repudiado por su familia: La familia de Morate se mantuvo en un discreto segundo plano durante la investigación y detención por recomendación de la Policía, pero no dejaron de colaborar. Desde el principio tuvieron claro que Sergio estaba involucrado. Emitieron una dura carta de condolencia a las familias de las víctimas en las que le calificaban de "monstruo, mente perturbada" y clamaban su "pronto ingreso en prisión".
Atenuantes: Su abogado ha intentado este lunes demostrar que Marina y Sergio tenían "una relación cordial" y que él pensaba que la ruptura era "transitoria" porque desconocía que Marina se había casado solo unos meses antes. Lo ha justificado en la gran cantidad de llamadas "mutuas" entre ambos y en el hecho de que Sergio acudiera en Valencia a la operación de un perro propiedad de la fallecida.
El abogado defensor ha cargado contra el fiscal por hacer referencia a los antecedentes de maltrato, ha asegurado que no hay pruebas de que las jóvenes subieran a la casa ni restos del traslado de los cadáveres en el coche. Sobre su viaje precipitado a Rumanía ha negado que se trate de una fuga, sino que Morate ya tenía planes de viajar a ese país para acudir al bautizo del hijo de un amigo.
'Modus operandi': Lo que no ha sacado a colación el abodado defensor de Sergio Morate, pero sí la Fiscalía, es cómo murieron las jóvenes. La primera en perder la vida fue Marina. La golpeó con un objeto contundente mientras recogía sus cosas para luego asfixiarla hasta la muerte con una brida. Laura lo presenció todo.
Morate no tenía previsto asesinar a la amiga de su ex, pero como lo había presenciado todo optó por "quitarla del medio". En ese momento cerró la vivienda con llave para impedir escapar a Laura, siempre según el relato mantenido por la Fiscalía.
Agravantes: La Fiscalía tiene muy claro que Sergio Morate actuó con "premeditación y alevosía". Se valió además de su superioridad física y aprovechó un "ataque por sorpresa" para acabar con sus vidas.
La abogada de la familia de Marina ha ido más allá poniendo el acento en el aborrecible crimen de género. Sergio Morate "controlaba" a Marina, su vida, sus movimientos y su libertad. Su asesinato fue "el último acto de dominio" que el acusado perpetró contra ella.
Con todo esto, el jurado tendrá que determinar sobre la culpabilidad de Morate, para el que el fiscal solicita 48 años de cárcel y una indemnización para las familias que asciende a 510.000 euros.
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