Un informe revela que hubo 'irregularidades' en el plan "Petroleo por Alimentos"

Un comité independiente ha detectado "irregularidades de gestión" en el programa humanitario de la ONU para Irak. Según este comité, Benon Sevan, director del programa, adjudicó contratos de forma "viciada"
Paul Volcker
Paul Volcker
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Benon Sevan, el director de este importante programa humanitario que movió 67.000 millones de dólares, incurrió en un claro "conflicto de intereses" al inmiscuirse en la selección de las empresas a las que se adjudicaba el petróleo iraquí.

Así lo asegura hoy, en un artículo publicado en The Wall Street Journal el ex presidente de la Reserva Federal de EEUU Paul Volcker, que encabeza el grupo de expertos independientes a los que el secretario general de la ONU, Kofi Annan, encargó la investigación del programa.

"Petróleo por alimentos", que funcionó entre 1996 y 2003, permitió al Gobierno de Sadam Husein vender crudo para financiar la compra de artículos de primera necesidad para la población y, de esta manera, aliviar el efecto de las sanciones impuestas por la ONU tras la invasión de Kuwait.

Tras la caída del dictador iraquí, comenzaron a surgir acusaciones de que algunas personalidades y empresas obtuvieron petróleo de forma ilegal y dinero desviado del programa humanitario como pago a favores prestados al régimen de Husein.

Una investigación de la Agencia Central de Inteligencia de EEUU (CIA) desveló a este respecto, el pasado mes de septiembre, que Husein se apropió de 1.700 millones de dólares en comisiones y recargos sobre la venta de petróleo, además de haber obtenido otros 8.000 millones adicionales en venta ilegal de crudo a Jordania, Turquía y Siria.

Sin embargo, la investigación que ha levantado más expectación es la que dirige Volcker, dado que el definitivo llegará en verano, y cuya lectura, según reconoce él mismo, "no será placentera".

Según adelanta en el artículo publicado el jueves, los investigadores han detectado fallos en tres partes del programa humanitario, como fue en la asignación de contratos, las auditorías internas, y la disposición de fondos para tareas administrativas.

Para empezar, el proceso de auditoría, "infradotado y con poco personal, fue incapaz de cumplir efectivamente el desafío que planteaba" este programa tan complejo y gigantesco.

Asegura, además, que el proceso de asignación de contratos estaba "viciado", pues no siguió las "reglas de la organización dirigidas a establecer un proceso a imparcial y responsable".

Más duras, o "desalentadoras", según reconoce Volcker, son las afirmaciones sobre el director del programa, al haber encontrado "evidencias decisivas" de que se inmiscuyó en la selección de compradores de petróleo. Ello, no solo supone un conflicto de intereses, sino una violación de las reglas de la ONU y de los "más altos estándares de confianza e integridad" que obligan a un funcionario internacional, escribe Volcker.

Aunque existen irregularidades, el ex presidente de la Reserva Federal asegura en el artículo que la gestión de los fondos administrativos por el programa no sufrieron "abusos sistemáticos y generalizados", si bien careció de un "criterio disciplinado".

Otro aspecto relevante de la investigación se refiere al posible conflicto de intereses del secretario general, cuyo hijo, Kojo Annan, trabajó para una empresa que resultó adjudicataria de un importante contrato en Irak. En cualquier caso, anuncia Volcker, las pesquisas sobre Kojo Annan -que han obligado a interrogar a su padre en varias ocasiones- están "avanzadas" pero no concluidas, por lo que serán objeto de un informe posterior.

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