Nueva tragedia en México justo 32 años después de su peor terremoto

Elementos de la Marina de México realizan labores de rescate en Ciudad de México (México).
Elementos de la Marina de México realizan labores de rescate en Ciudad de México (México).
EFE
Elementos de la Marina de México realizan labores de rescate en Ciudad de México (México).

Como una macabra pesadilla que se repite, los mexicanos viven conmocionados tras el último terremoto de 7,1 en la escala de Richter que ha causado ya más de 200 muertos y que se cebó con la Ciudad de México, donde un 19 de septiembre de 1985 otro fuerte sismo acabó con la vida de miles de personas: 45.000 según organizaciones civiles y 20.000 según cifras oficiales.

"Esta película ya la viví en el 1985. La viví y soy de aquí del (barrio) de la Roma", una de las zonas más afectadas por ambos movimientos telúricos, dijo José Ángel Quimber. Este residente capitalino es uno de los miles de "héroes desconocidos", que se lanzó a sacar escombros en el terremoto de hace 32 años y en el de este martes.

A las 07.17 horas de aquel 19 de septiembre, la mayoría de los ciudadanos se preparaban para ir a trabajar o a los centros escolares cuando fueron sorprendidos por un terremoto de magnitud 8,1 en la escala de Richter.

Asoló la capital del país, dejando impreso en la retina de millones de capitalinos el recuerdo de una ciudad desolada, que luchó durante meses para acabar con las ruinas de la multitud de edificios derrumbados, entre ellos hospitales, escuelas y hoteles.

"La gente tiene pánico, pero hubo muchas cosas que recuerdan (al del 1985) y han magnificado. Hay muchos sentimientos que está aflorando", dijo a Carmen Almazán, directora de un jardín de infancia que, afortunadamente, no sufrió desperfectos.

El terremoto de este martes —que se sintió también con fuerza en los estados de Morelos, Puebla y México— aconteció apenas dos horas después de un simulacro nacional que en la capital siguieron a rajatabla millones de ciudadanos.

Simulacro anual

A las 11.00 en punto (18.00 hora peninsular española), salieron de sus oficinas o casas en un ejercicio que se repite cada año para conmemorar a las víctimas y prevenir ante futuros peligros.

En el céntrico zócalo, casi mil personas fueron desalojadas del palacio del Gobierno de la Ciudad de México, en un tiempo de ocho minutos después de que se activara la alerta sísmica. Era una hipótesis, un sismo de magnitud 8 con epicentro en Guerrero. Y la gente se tomó el simulacro con responsabilidad pero tranquila.

Nada hacía presagiar que dos horas después, un verdadero terremoto azotaría con fuerza la capital, desatando escenas de pánico y caos vial.

Por su cercanía, la alerta sísmica —que suena en los más de 8.000 altavoces instalados en las calles de la ciudad— apenas dio tiempo de reacción.

"En este edificio se sintió horrible, pero no pasó a mayores. Este fue el más cabrón de todos", afirmó rotunda Alicia Trejo, desde un inmueble viejo y agrietado, que resistió al terremoto de 1985 pero presenta ahora problemas estructurales. Esta casa, en la que vive su madre, se ubica en la colonia Roma, una de las más afectadas en ambos sismos.

Trejo contemplaba cómo las labores de rescate no paraban en un edificio derrumbado en el Viaducto Miguel Alemán con la calle Monterrey. Lo hacía con enormemente preocupación, pues su propia vivienda, a escasos metros del edificio caído, se había inclinado y habían desalojado a todos los residentes.

"A mi mamá la mando a casa de mi hermana. Pero yo me quedo aquí con mis hijos. Entró la Unión Tepito (una grupo delictivo) en la zona y empezaron a robar y saquear hogares. Te sales y te dejan en la calle", dijo atemorizada.

México vive días sin respiro. El pasado 7 de septiembre se produjo el terremoto de mayor magnitud desde 1932 en el país. Fue de 8,2 en la escala de Richter y sacudió con fuerza el sur y centro del país dejando 98 muertos y centenares de miles de damnificados.

El movimiento telúrico castigó los estados de Chiapas y Oaxaca, de los más pobres del país, donde miles de familias continúan viviendo en campamentos improvisados y apenas esta semana está acabando el censo de casas afectadas.

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