Elecciones en Alemania: Merkel se juega un cuarto mandato y la ultraderecha tiene ya un pie en el Parlamento

  • 61 millones de electores están llamados a votar este domingo 24 en Alemania.
  • Los sondeos auguran una victoria de la conservadora, pero necesitaría pactar con otra formación para garantizarse una mayoría en el Parlamento.
  • Todas las miradas están puestas en el AfD: sería la primera vez que una formación ultraderechista entra en el Bundestag tras la II Guerra Mundial.
  • Otro de los frentes abiertos que puede suponer un castigo de los votantes a Merkel viene marcado por su gestión en la crisis de los refugiados.
La canciller alemana, Angela Merkel, en una comparecencia institucional en la sede de la Cancillería en Berlín (Alemania).
La canciller alemana, Angela Merkel, en una comparecencia institucional en la sede de la Cancillería en Berlín (Alemania).
EFE/Michael Kappeler
La canciller alemana, Angela Merkel, en una comparecencia institucional en la sede de la Cancillería en Berlín (Alemania).

"Es como ante un gran partido de fútbol: esperas a que llegue el momento en el que sepas cuál ha sido el resultado". Con esta metáfora deportiva definía la canciller alemana, Angela Merkel, su situación ante las elecciones generales que se celebrarán el próximo domingo 24 de septiembre, y en las que la conservadora aspira a su reelección para un cuarto mandato, en el que deberá hacer frente a la ultraderecha, que podría hacer historia si logra entrar en el Parlamento alemán, como vaticinan las encuestas.

Merkel, favorita en los sondeos, gobierna en Alemania ininterrumpidamente desde 2005 y todo apunta a que logrará sin dificultades encadenar una cuarta victoria, aunque se estima que necesitará pactar con otra formación para garantizarse una mayoría en el Parlamento.

Por su parte, el aspirante socialdemócrata a la Cancillería alemana y principal rival de Merkel, Martin Schulz, apura los últimos días para seguir luchando contra los sondeos adversos y dar un perfil propio a su partido, el SPD, que en los últimos cuatro años ha integrado la gran coalición de Gobierno. De ahí que en campaña haya insistido en luchar por una Alemania igual de próspera que ahora, pero más justa, con él como canciller.

Los candidatos con más opciones

Angela Merkel. Es la 'dama de hierro' alemana y clara favorita en los sondeos para volver a gobernar en el país. En anteriores comicios, la conservadora se ha impuesto ya a tres rivales socialdemócratas: en 2005, al canciller Gerhard Schröder; en 2009 a su exministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier; y en 2013 al extitular de Finanzas, Peer Steinbrück. El pasado mes de noviembre, Merkel optó por no rehuir las urnas y anunció su nueva candidatura, en busca de igualar el récord de permanencia de Kohl, con 16 años en la Cancillería (1982-1998). A diferencia de las anteriores generales, para Merkel esta ha sido una campaña dura, perseguida por los abucheos en sus mítines en el este del país, la región donde creció, pero que no la reconoce como "propia" y donde más ha arraigado el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

Martin Schulz. El aspirante socialdemócrata aterrizó a principios de año en la política nacional tras más de dos décadas entre Bruselas y Estrasburgo para iniciar una casi imposible carrera contrarreloj en pos de la Cancillería. El llamado 'efecto Schulz', repunte que vislumbró el SPD cuando lo eligió candidato, se disipó con las tres derrotas en serie sufridas por el partido en elecciones regionales celebradas este año. Entre sus objetivos está evitar el descalabro socialdemócrata en las urnas e intentar no bajar del resultado de Steinmeier en 2009, cuando el SPD obtuvo el récord a la baja en unas generales, con un 23% de los votos.

El auge de la ultraderecha

Aunque todos los sondeos apuntan a que Merkel logrará la reelección, su último mandato no ha sido cómodo para la líder cristianodemócrata. Uno de los mayores desafíos que tiene ante sí es el auge de la ultraderecha, agrupada en torno al partido AfD, una formación muy crítica con la gestión de la canciller durante la crisis migratoria de 2015, una cuestión que supo rentabilizar para ganar cuotas de poder a pequeña escala. Desde entonces, el AfD ha logrado entrar en 13 de los 16 parlamentos regionales y todo apunta a que también lo hará en la cámara baja el próximo 24 de septiembre.

El mero hecho de acceder al Bundestag será festejado como un hito por la ultraderecha, que pasaría a estar en todas las comisiones de la cámara —incluida la de secretos oficiales— y vería acrecentada su financiación pública.

Esta posibilidad es la que ha convertido a Merkel en el foco de las críticas internas, tanto desde su CDU como desde la Unión Socialcristiana (CSU) bávara, que reprochan a la canciller de haber abandonado el perfil conservador y haber cedido ese espacio a la derecha radical. Y no solo los suyos la responsabilizan del auge ultraderechista: según un estudio elaborado por el instituto demoscópico Emnid, el 58% de los alemanes la sitúan como la causante de ello.

Refugiados

Otro de los frentes abiertos que puede suponer un castigo de los votantes a Merkel viene marcado por su gestión en la crisis de los refugiados. Alemania ha recibido desde 2015 más de 1,3 millones de solicitante de asilo, algo que además de ser un enorme desafío político y logístico para el país ha empujado el voto xenófobo hacia el AfD.

"He tenido que tomar decisiones muy difíciles", dijo durante el único cara a cara televisado con Schulz el pasado 3 de septiembre. Tras ordenar una apertura de fronteras en 2015, un año más tarde dio un giro en sus políticas con el endurecimiento de las leyes de asilo y el acuerdo negociado entre la Unión Europea (UE) y Turquía para frenar la llegada de más solicitantes. En campaña, Merkel ha combinado en todo momento la defensa de la apertura de las fronteras de entonces, por razones humanitarias, con las medidas aprobadas luego para "reducir de forma permanente" las nuevas llegadas.

Alemania, con 61 millones de electores del total de 82 millones de habitantes, ha visto incrementado su porcentaje de extranjeros en la última década como consecuencia de la crisis en la zona euro, primero, y de la crisis migratoria, después.

Entre 2009 y 2011 se incorporaron al país unos 930.000 ciudadanos comunitarios, procedentes de los países más castigados por la crisis en la zona euro o de otros Estados miembros de la UE, a los que siguieron luego los 1,3 millones de peticionarios de asilo. Según datos de la Oficina Federal de Estadística, un 22,5% de la población actual es de origen extranjero o inmigrante.

El mayor colectivo dentro de este grupo lo forman los germano-turcos, con más de tres millones de personas, de los que aproximadamente la mitad tienen derecho a voto en Alemania.

Turquía

La deriva autoritaria del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, también se ha convertido en otro de los ejes de la campaña electoral. La lista de disensos entre Turquía y Alemania es extensa. Por un lado, la críticas de Berlín a la detención en Turquía de periodistas, activistas y opositores —entre ellos, varios alemanes—, y por otro, las acusaciones de Erdogan a Alemania de utilizar prácticas "nazis" con Turquía han tensado las relaciones bilaterales entre ambos países.

Tanto Merkel como Schulz coinciden en condenar el autoritarismo en Turquía y han apostado por que la UE congele o suspenda las negociaciones de adhesión con ese país, una sintonía que mantienen, salvo algún matiz, en toda la política exterior.

Erdogan, por su parte, ha llamado a los alemanes de origen turco con derecho a voto —unos 720.000, según datos de la Oficina Federal de Estadística, algo más del 1% del censo electoral— a no votar ni a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, ni al Partido Socialdemócrata (SPD) de Schulz, ni a los Verdes, para "dar una lección a los partidos que están contra Turquía".

Trump

Por otra parte, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca hizo que muchas miradas se volvieran hacia Alemania y hacia su canciller en busca de estabilidad después de que el mandatario estadounidense pusiese patas arriba las relaciones transatlánticas. El cambio de presidencia en EE UU revalorizó a Merkel en un mundo de líderes imprevisibles, como el ruso Putin o el turco Erdogan. La llegada de Emmanuel Macron a la presidencia de Francia ha equilibrado las fuerzas y fortalecido el eje franco-alemán, del que se espera que gane aún más en dinamismo tras los próximos comicios.

Sondeos

Los doce años al frente del Gobierno y una legislatura marcada por la crisis de los refugiados parecen no haber hecho demasiada mella en Merkel, que sigue liderando las encuestas políticas de popularidad.

Los últimos sondeos auguran entre el 36 y el 37% de los votos para las filas conservadoras —la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y su hermanada Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera—, por debajo de los resultados de 2013, pero entre 13 y 17 puntos porcentuales por delante del Partido Socialdemócrata (SPD).

Sin embargo, una de las preguntas clave es en qué medida los grandes partidos movilizarán a sus simpatizantes y el margen de acción que dejarán a los "pequeños", que tradicionalmente ganan peso tras una gran coalición.

Todas las miradas están puestas en el ultraderechista AfD, partido que se quedó en puertas de entrar en el Parlamento hace cuatro años con un programa eurófobo y que ha cosechado sucesivos éxitos en comicios regionales, aupado en un discurso xenófobo ante la crisis de los refugiados. Las últimas encuestas vaticinan que el domingo se situará en una horquilla de entre el 9 y el 12% de los votos. De este modo, el AfD va camino de convertirse en el primer partido ultraderechista que accede al Parlamento de la República Federal de Alemania (RFA) desde la II Guerra Mundial.

En cuarta posición aparecen los liberales del FPD, que se hundieron y salieron del Parlamento hace cuatro años engullidos también por Merkel, con quien se aliaron en su segunda legislatura. Tradicional partido bisagra, socio menor de coaliciones de gobierno tanto de derechas como de izquierdas, el FDP aspira a gobernar de nuevo junto a Merkel, que solo cierra la puerta a la ultraderecha y a La Izquierda a la hora de buscar aliados para un futuro ejecutivo.

La Izquierda, partido formado por postcomunistas y disidentes socialdemócratas, nunca ha formado parte de un Gobierno federal, pero Schulz ha evitado demonizarlos en campaña por si juntos, uniendo a Los Verdes, pudiesen formar un tripartito inédito a nivel nacional. La probabilidad es baja, según los sondeos, que otorgan a La Izquierda entre un 8 y un 10% y a los ecopacifistas, alrededor del 8%.

¿Reeditar la gran coalición?

Ante la posibilidad de que se pueda reeditar una gran coalición entre el bloque de Merkel y los socialdemócratas, Schulz ha rechazado en campaña especular sobre ello. Tampoco ha aclarado si aceptaría el puesto de ministro de Exteriores, tradicionalmente ocupado por el socio menor de la coalición. "Quiero ser canciller, por qué voy a especular sobre otra cosa", zanjó.

Lo insólito, si se llega a formar esa gran coalición, estaría en la formación que pasaría a ser el primer partido de la oposición: el AfD. Ser primera fuerza de la oposición le daría además el derecho a la primera réplica en todo debate parlamentario, un regalo para un partido que usa la provocación como estrategia y que ha movilizado a su militancia al grito de "Merkel debe irse" en la campaña.

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