Gujuli, una leyenda alavesa

En la Cuadrilla de Ayala, casi en el límite con Bizkaia, se encuentra el pequeño pueblo de Gujuli.

Gujuli es una de esas localidades que viven constantemente amenazadas por la presencia de las grandes ciudades, que se llevan a los más jóvenes. Sin embargo, unos pocos vecinos, en su mayoría dedicados a la agricultura y la ganadería, aún se resisten a dejarlo.

La explicación, quizás sea, la hermosa cascada del río Altube, un escenario natural espectacular que se despeña con un salto de más de cien metros de altura. Esta cascada se ha ido formando a lo largo de los milenios por la acción erosiva del agua sobre los materiales calcáreos de la zona.

La leyenda de Gujuli

Como en muchos otros lugares de Euskadi, existe una leyenda que explica este suceso. En Gujuli vivía un hombre al que sus padres llamaron Urjauzi (cascada) porque era muy llorón. Un día, paseando junto al río Altube, descubrió a una bella mujer bañándose.

La chica, que en realidad era una lamia (bruja) Baigorri, tomó un espejo y mirándolo dijo: "quiero un peine de oro", y al momento lo tuvo entre sus manos. Al ver lo ocurrido, Urjauzi cogió el espejo y salió corriendo. Desde entonces lo utilizó para convertirse en un hombre rico, pero también avaricioso.

Una tarde, sesteaba bajo un haya cuando una voz le despertó: "¿Cómo te llamas?". "Urjauzi", respondió. Al instante descendió del árbol Baigorri.

En sus manos tenía el espejo, en el que Urjauzi se veía reflejado. ¡Había pronunciado su nombre mientras miraba el espejo! Corrió hacia un barranco cercano a Gujuli y lloró y lloró, tanto que se formó un pequeño charco.

El charco se convirtió en río y se precipitó por el barranco. Nadie supo más de aquel hombre, pero cuentan que, en invierno, cuando la cascada rebosa de agua, se puede oír los sollozos de una persona.

El salto de agua de Gujuli conduce las aguas de los arroyos de la meseta hasta el río Altube, el cual, a su vez, confluye en el Nervión. El caudal medio es de 340 metros por segundo, pero se trata de un caudal muy irregular, quedando en verano prácticamente seco. Para gozar de este espectáculo en todo su esplendor, conviene acercarse en momentos de abundantes aguas.

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