Antonio Torremocha nació en Algeciras en 1950. Es doctor en Filosofía y ha escrito numerosos libros sobre la historia de su ciudad. Durante más de una década ha sido director del Museo Municipal, problemas de salud lo apartaron recientemente de este puesto, aunque sigue investigando y estudiando.

¿Cuál es su primer recuerdo de Algeciras?

Uno de mis primeros recuerdos es de cuando temía seis o siete años e iba con mi tío, un buen pescador, por el puente de la Isla Verde hasta un gran grúa, Titán, a pescar. Es uno de los recuerdos más agradables que tengo, de eso hace ya 52 años.

¿Qué viene a su mente cuando cierra los ojos y piensa en Algeciras?

Un ciudad de hermosa. Esa ciudad de cuando tenía diez años, con calles muy blancas y limpias. En los últimos cuarenta años ha cambiado mucho.

¿Qué época del año le sienta mejor a la ciudad?

La primera por su luminosidad. El final de invierno también, con esos días de norte, en los que se puede contemplar perfectamente el Estrecho o el Peñón.

¿A qué huele Algeciras?

Antes olía a mar, porque lo teníamos tan cerca. Andabas por el mercado e iba saboreando el mar. Ahora huele a algún modelo de coche. Huele a humo de los tubos de escape.

Las mejores vistas.

Entre Algeciras y Tarida, en el Peñón del Fraile, se encuentran las vistas más impresionantes. Puedes observar la bahía, de un encanto espectacular.

Le gusta...

La gente, los algecireños que aman la ciudad y la sienten como algo suyo. Hay un ambiente de gente enamorada de nuestra localidad.

Detesta...

El desarrollo urbanístico desaforado e impersonal, que ha destrozado la ciudad que yo conocía. Ya lo decían los asistentes a la Conferencia Internacional de 1906, que era un lugar maravilloso. Pero lo han destrozado en los último cuarenta años. No hay ninguna autoridad local que pueda parar esto.

¿Cómo son los algecireños?

Hay tantos algecireños distintos como habitantes. Muchos son de una rala, han llegado por motivos laborales desde otro puntos. Los algecireños de cuarta o quinta generación somos muy pocos, por tanto, la idiosincrasia de la ciudad es muy difícil de definir. Es, ante todo, un municipio abierto y acogedor, quizás el contacto con el mar hace que sea más abierta que una ciudad de interior.

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