Todo se ha desencadenado como una tormenta perfecta. Primero vinieron las lluvias torrenciales de otoño, después las heladas que congelaron las hortalizas y de postre una sequía que tiñe el campo de amarillo desde la primavera. Gajes de temporada, cierto es. Pero esta vez intensificada por el cambio climático que eleva la temperatura de todo el planeta.

La situación es preocupante. Los embalses están a un 50,5% de su capacidad, su nivel más bajo en dos décadas. Hemos pasado la primavera más cálida en medio siglo —15,4 grados de media, según Aemet— y el verano se espera un grado más caluroso de lo normal. El campo sufre los estragos de la sequía en primera persona. Pero el impacto económico es más amplio. Afecta al empleo, a la factura de la luz y hasta a las finanzas del Estado.

Los cereales de invierno—que se desarrollan en primavera y se cosechan entre mayo y junio— han sido los más perjudicados por la falta de agua. Hasta 550.000 hectáreas se han visto afectadas. Y la producción esperada de trigo, según los datos oficiales del ministerio de Agricultura, se recortará este año un 35,3%, la de cebada un 38%, la de avena un 22,6% y la de centeno un 65,3%.

"La cosecha a nivel nacional se ha reducido un 50% respecto a un año normal y la caída es de un 80% en algunas zonas de Palencia, sur de Zamora y tierra de campos de Valladolid", explica José Roales, responsable de cereal de COAG, que achaca los problema a tres factores: la falta de agua, tres heladas a finales de abril y el calor.

"Es por el cambio climático, no hay inviernos desde hace años y las semillas lo acusan mucho". La cuenca del Duero, de hecho, es la más afectada por la sequía; la capacidad de sus embalses (44%) baja 32 puntos respecto a la media de la última década y su Confederación Hidrográfica ha restringido el regadío hasta octubre.

Desde COAG, sin embargo, no esperan que la escasez de cereales influya en el precio del pan porque existen grandes stocks a nivel mundial. La tonelada de trigo se pagaba el viernes a 177 euros y la de cebada a 166 euros. "Son los mismos precios que había el 30 de mayo", explica Roales.

Fuente: Elaboración propia con datos del Mapama [CLICK PARA AMPLIAR].

Pero la escasez de agua no solo afecta al cereal. Hectáreas de colza se han perdido (se espera un 29,5% menos de producción de este cultivo industrial) muchos productores de maíz o remolacha (cultivos de regadío) han decidido recortar su siembra y el olivar, aunque se varea en otoño, sufre ya un estrés hídrico que preocupa a las gremiales agrarias.

La asociación de municipios olivareros (AEMO) lamenta que el déficit de agua en el suelo y las temperaturas récord de junio y julio en Jaén y Córdoba —ambas acumulan el 60% de la produccion olivarera— hostigan al olivar de secano y reducirán de 950.000 a 1.150.000 toneladas la producción de aceite de oliva en la próxima campaña.

La ministra del ramo, Isabel García Tejerina, logró la semana pasada arrancar de Bruselas un anticipo del 70% de las ayudas de la PAC —en lugar del 50% previsto— y el permiso comunitario para que los barbechos puedan ser usados como pastos debido al secarral en que se está convirtiendo estos terrenos que alimentan al ganado. La falta de pasto se agrava, además, porque el coste del forraje (alfalfa o veza) sube por el secado de las plantas.

La energía hidroeléctrica es otra de las víctimas de la sequía porque los embalses están más vacíos y vierten menos energía a la red. Según datos de Red Eléctrica Española, la hidráulica aportó el 19,4% de la producción eléctrica en el primer semestre de 2016, pero este año solo ha aportado el 9,2% de enero a marzo. Esos diez puntos los ha suplido el carbón (crece del 8,5% al 16,6%) y el ciclo combinado de gas (aumenta su peso del 8,6% al 10,8%).

La luz se encarecerá por este cambio. "Es lógico, el agua es gratis y producir electricidad con ella es más barato", apunta Jorge Morales de Labra, vicepresidente de la Fundación Renovables. Lo que este experto en energía no ve tan lógico es que el precio medio del gigavatio/hora en el primer semestre haya sido de 51,2 € y que en esos seis meses del año pasado fuese de 30,1€. Una alza del 70% que excede mucho la pérdida de cuota hídrica.

Morales de Labra culpa a las deficiencias regulatorias. "El mercado eléctrico funciona muy mal, es un sistema marginalista en el que la última entrada es la más cara y fija el precio de las demás. Ahora que hay poca agua, la entrada de una central de carbón afecta a los precios de todo el mercado".

Fuente: Elaboración propia con datos de Red Eléctrica Española. [CLICK PARA AMPLIAR]

El ministro de Energía, Álvaro Nadal, dijo recientemente que la subida de la factura eléctrica no será "gran cosa" comparada con la de enero, cuando la electricidad se elevó a máximos históricos por la ola de frío que disparó la demanda en un momento de precios caros del gas.

¿Cuánto subirá entonces la factura esta vez? En junio, según datos del INE, la electricidad se pagó un 8,6% más cara que el mismo mes del año pasado, unos cinco euros extra sobre una factura media de 60 euros. "Llevamos nueve meses seguidos pagando una factura más cara que el mismo mes del año anterior y se estima que podría subir un 10% respecto al año pasado, unos 80 euros más al año por familia al año de promedio".

La competitividad de las empresas españolas también se ve afectada por el encarecimiento de la energía. Por no hablar del efecto contaminante de la sustitución de la hidráulica (una energía renovable que no emite dióxido de carbono) por otras dos que sí lanzan CO2 a la atmósfera. Las energías no renovables en la primera mitad de 2016 suponían apenas un 52% de generación de energía... y este año pesan ya un 64%.

"El cambio climático será clave en el futuro en el empleo", avisó el secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos tras publicar los datos de afiliación de junio. El mes pasado se perdieron 31.344 personas en el sistema agrario y el Gobierno lo achacó al impacto de la sequía.

"Es curioso que Burgos justifique la pérdida de empleo por la sequía y no la tenga en cuenta para compensar a los asalariados agrarios", apuntan a 20minutos desde CC OO Industria, que pide medidas para los más de 800.000 asalariados agrícolas, un sector en el que además hay entre un 25% y un 30% de empleo sumergido según el sindicato, "aparte de un 62% de temporalidad, gran precariedad y altos niveles de explotación laboral".

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio de Empleo. [CLICK PARA AMPLIAR]

En plena recuperación, de hecho, el campo es el sector que menos empuja su afiliación; apenas añadió 26.497 (+2,3%) cotizantes el último año, lejos de los 64.362 de la construcción (+6%), los 66.480 de la industria (+3,1%) y los 515.136 de los servicios (+3,8%).

El cereal, que tanto sufre la sequía, no es sin embargo el más afectado en términos de empleo. "Los frutales y viñedos emplean más mano de obra externa y me llegan noticias de que las heladas han afectado a su producción y empleo, sobre todo en Toro y en Ribera del Duero", dice José Roales.

El erario público también se lleva un mordisco. Ante las dificultades de los agricultores —sobre todo por el impacto sufrido en la cosecha de cereales— el Gobierno aprobó en junio un Decreto con medidas urgentes para paliar los efectos de la sequía en las explotaciones de las cuencas del Duero, Júcar y Segura.

Pero las medidas adoptadas, sin bien aliviarán el bolsillo de los agricultores, también minorarán los ingresos del Estado. Se han fijado exenciones al pago del canon de regulación y en la cuota de tarifa de utilización del agua que ahorrarán a los regantes 54 millones. Además, las empresas y autónomos afectados podrán dejar de cotizar entre julio de 2017 y febrero de 2018, lo que dejará otra muesca en la Seguridad Social. El organismo cerró 2016 con su mayor déficit histórico —18.000 millones, un 1,6% del PIB— y este año volverá a repetir ese agujero según prevé el Gobierno.

La recaudación por IRPF también será inferior después de que Hacienda, para dar respuesta a la sequía, rebajase este año los módulos del impuesto a las plantaciones de cereales, tomate, bovino de leche, olivar u oleaginosas. La pérdida de base imposible se estima en unos 300 millones de euros, una cantidad importante debido a que la estimación objetiva es la opción mayoritaria en los trabajadores agrarios: la utiliza un millón de declarantes.

El balance de las aseguradoras también sufrirá por tener que hacer frente a las a la pérdida de cosechas. Agroseguro comenzó la semana pasada a pagar  los 201 millones de euros con los que tendrá que indemnizar a los agricultores de cereales y leguminosas a causa de la sequía y de las heladas y pedrisco de principios de año.

Se trata del mayor pago en la historia del seguro agrario por este motivo y los castellano-leoneses recibirán la mayor partida: 146,6 millones. "El Gobierno se ampara en los seguros, pero son excusas de mal pagador para negarse a dar ayudas directas a un sector estratégico que alimenta a la población", lamenta Roales, de Coag, que considera insuficientes las medidas de apoyo ofrecidas hasta ahora.

Fuente: Elaboración propia con datos de Agroseguro. [CLICK PARA AMPLIAR]