El Daesh después de Mosul: resistencia, más atentados y expansión de sus franquicias

  • El grupo aún tiene presencia en Siria e Irak y filiales en Nigeria, Yemen o Filipinas | Compite con otros yihadistas para crecer en Afganistán e Indonesia.
  • La pérdida de la capital del califato provoca temor por la disgregación de sus combatientes en territorios donde reina la inestabilidad.
  • Los expertos alertan de que Europa debe prepararse para más atentados.
Soldados de las fuerzas especiales iraquíes sujetan una bandera del Estado Islámico en la ciudad de Bartila, Irak.
Soldados de las fuerzas especiales iraquíes sujetan una bandera del Estado Islámico en la ciudad de Bartila, Irak.
Ahmed Jalil / EFE
Soldados de las fuerzas especiales iraquíes sujetan una bandera del Estado Islámico en la ciudad de Bartila, Irak.

La derrota del Estado Islámico o Daesh en Mosul, capital de su autoproclamado califato en Irak, deja a la organización terrorista tocada, pero no hundida. Fiel al lema "permanecer y expandirse", el grupo conserva menguantes parcelas de poder en el norte de la república mesopotámica y en el centro y este de Siria, pero, además, ha impulsado sus vínculos internacionales de cara a un futuro quizá sin territorio, pero en el que conserve la misma capacidad desestabilizadora.

"Tiene muchas 'wilayat' o provincias en el mundo. Está perdiendo fuerza en Siria e Irak, pero abre otras puertas nuevas en Nigeria, Libia, Yemen, el Cáucaso, Filipinas... Es lo que pretende esta especie de hidra", explica el teniente coronel Manuel González, experto en yihadismo.

El cuarto informe sobre el grupo redactado por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en febrero ya alertó de la transformación: "Se encuentra a la defensiva desde el punto de vista militar, pero se está adaptando parcialmente a esta situación. Los ataques en el Levante [Egipto y Turquía] demuestran que tiene capacidad para ampliar sus zonas de ataque a países vecinos mediante vínculos con células locales".

De Mali a Indonesia

El Daesh conserva recursos propios en la península egipcia del Sinaí y en Libia, donde, a pesar de perder el bastión de Sirte, aún supone una "amenaza", de acuerdo a la ONU. El organismo advierte, además, de que ha "aumentado" su presencia en el Sahel (Senegal, Mauritania, Mali, Argelia, Níger, Chad, Sudán, Eritrea), Somalia y Nigeria gracias a la lealtad que le han declarado públicamente grupos escindidos de Al Qaeda en el Magreb Islámico y Al Shabab en el primer y segundo caso y a la adhesión completa de Boko Haram en el tercero.

En su expansión hacia el este, ha logrado introducirse en una decena de provincias de Yemen aprovechando la guerra civil y la intervención de Arabia Saudí, como recogió el especialista del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional de la Universidad de Granada Javier Jordán en el análisis El Daesh en Oriente Medio, una amenaza en evolución.

También ha dado el salto a la musulmana Mindanao, en la católica Filipinas, en colaboración con el grupo local Maute, junto al que intentó tomar la ciudad de Marawi este mismo año; y se ha introducido en Indonesia, el país con más musulmanes en número total del mundo con más de 200 millones, de acuerdo al Pew Research Center, a base de atentados como los perpetrados en la capital, Yakarta.

En su punto de mira se encuentran, además, Afganistán y Pakistán, donde rivaliza con los talibán por la influencia y el reclutamiento de hombres con su marca Jorasán.

En el norte del Cáucaso ruso se ha ganado la confianza de militantes del fracturado emirato yihadista previo al Daesh que operaba en la región desde el año 2007, según la investigadora del Centro de Asuntos Internacionales de Barcelona (Cidob) Marta Ter.

La amenaza a Europa continúa

Su radio de acción más inmediato permanece en Siria e Irak. Individuos supuestamente vinculados al Daesh anunciaron este lunes una "contraofensiva" para recuperar Mosul, un modus operandi que ha repetido tras perder otras de sus ciudades-bastión, como Faluya o Ramadi, donde ha mantenido los ataques y la presión militar, según evidencian los datos recopilados por el Centro de Lucha contra el Terrorismo de West Point.

El siguiente temor de los especialistas es que los yihadistas se disgreguen y continúen fomentando la insurgencia en zonas donde el odio entre el islam suní y el chií sigue vivo. El Cidob alertó en su informe de tendencias para 2017 que la pérdida de la capital del califato no implicaría el fin del Daesh ni del peligro: "Significará su final como un proto-Estado en Irak, pero podría sobrevivir como una organización parecida a la mafia en las zonas rurales y en algunos barrios urbanos. Será capaz de capitalizar los agravios suníes y de usar su discurso ideológico para dar una apariencia de respetabilidad a sus extorsiones".

Occidente tampoco debe bajar la guardia. La ONU han advertido de que el Daesh continúa llamando a sus afiliados para atentar allí donde puedan sembrar el terror y el enfrentamiento entre credos para mantener su presencia internacional. Fernando Reinares, experto en yihadismo del Real Instituto Elcano, lo resume así: "La manipulación de los musulmanes que viven en Europa Occidental resulta fundamental para esa preservación desterritorializada del califato (...) Las políticas europeas de seguridad no están a la altura de las circunstancias".

"Su fuerza ideológica y militar se verá menoscabada y se resentirá su marca de expansión y aparente invencibilidad. Sin embargo, eso incentivará todavía más ataques terroristas en Europa y en la región. Los combatientes extranjeros que regresen supondrán, junto a los yihadistas autóctonos, una amenaza para la seguridad", corroboran desde el Cidob.

Sus investigadores añaden que la inestabilidad de África, Oriente Medio (Irak, Siria, el Kurdistán) y del Cáucaso (Ignusetia, Chechenia, Osetia, Daguestán) no ayudan a la derrota de los salafistas: "La economía en la mayoría de países del Medio Oriente y del Norte de África no va nada bien. Egipto preocupa particularmente pues representa un riesgo sistémico para toda la región y más allá. Yemen puede seguir siendo una guerra olvidada, pero representa una carga mucho más pesada de lo que se esperaba para la Casa de Saúd [Arabia Saudí]. Además, no olvidemos que el conflicto árabe-israelí está lejos de resolverse".

El conflicto es el caldo de cultivo ideal para la expansión del yihadismo, sostiene el teniente coronel Manuel González. "Tenemos una lista muy triste de atentados, lo que significa que están continuando con su doctrina. Se hacen fuertes en aquellos puntos donde pueden", concluye.

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