Muchas de las aulas cordobesas dan la impresión de ser un laboratorio experimental del proyecto de Alianza de Civilizaciones, debido a la mayor presencia de alumnos de distintas nacionalidades y culturas. Porque la realidad de la inmigración ya ha llegado a las clases. Según datos facilitados por la Delegación Provincial de Educación, durante este curso hay matriculados 2.620 estudiantes foráneos, casi 400 más que el año pasado, lo que supone un incremento del 17,8%.

La mayor parte del alumnado extranjero que hay en la provincia se concentra en Primaria.

Las estadísticas de la Junta señalan que en este ciclo educativo están dando clase un total de 1.423 menores con una nacionalidad distinta de la española. Por detrás están los chavales que están en alguno de los cuatro cursos de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), con una cifra de 775. Por último está el nivel Infantil, que cuenta con 422 niños.

En cuanto a las nacionalidades, los apellidos que más se escuchan al pasar lista en clase son los de origen rumano, ya que hay 544 estudiantes matriculados. El segundo puesto es para los alumnos ecuatorianos, que se sitúan en 412, mientras que la medalla de bronce se la quedan los marroquíes, que alcanzan un total de 363 niños dando clase en Córdoba durante este curso.

Estas tres nacionalidades coinciden en todos sus términos con las más frecuentes dentro del conjunto de población extranjera que reside en la actualidad dentro de la provincia.

El obstáculo del idioma

Uno de los principales problemas que tienen los inmigrantes escolarizados a la hora de poder seguir las clases con absoluta normalidad es el idioma. Durante este curso, hay nueve colegios en la provincia –uno más que el año pasado– que tienen las conocidas como Aulas Temporales de Adaptación Lingüística (ATAL), donde los menores aprenden el español al mismo tiempo que reciben los conocimientos del resto de materias.