La segunda bajada de la ría de Bilbao congregó ayer a numerosos aficionados a la piragua, deseosos de convertir este canal en una especie de autopista navegable. La iniciativa, además de permitir la práctica del deporte, ayuda a convertir las aguas cada vez más limpias del Nervión en un lugar habitual para el disfrute. Bilbao cada vez mira más hacia la ría. La prueba popular de ayer partió a las once de la mañana desde la zona del puente del Arenal. A pesar del reluciente sol, el frío se dejaba notar en las canos por las bajas temperaturas y la humedad. Los participantes aprovecharon la marea para seguir el curso del río y arribar al puerto deportivo de Getxo. No se trataba de ganar, sino de remar, para entrar en calor y para disfrutar de una peculiar vista, desde el agua, del Bilbao metropolitano.
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