Con una abultada cola de jóvenes a la espera de acceder a la sala, y que por motivos de aforo no pudieron hacerlo, dio comienzo el recital de la catalana con un entregado Raül Fernández a la guitarra.
Un olé y un aplauso cerrado tras la primera canción. A la segunda, la cantaora ya se hizo con el micrófono en mano y lo mismo dejaba helado al público con un chorro de voz que lo enmudecía con un suave hilo.
Rosalía, a la que presentan como culpable de revolucionar el flamenco, provocó en A Illa aplausos de casi un minuto con una pose entre rapera y de flamenca de toda la vida.
De quinta canción tocó Catalina, cuando los 'quejíos' y llantos de la catalana ya habían emocionado a un auditorio que le calificó de "monstrua".
Decidida y de pie, sobre unas altas plataformas, contrastaba su actitud dura sobre el escenario con el dulce "muchas gracias" con el que agradecía a sus seguidores y a todo su equipo.
Y así siguió interpretando 'Los Ángeles', con una complicidad evidente con Raül Refree: hubo miradas y también cariñosos apretones de mano.
"Cuando yo me muera, que nadie me venga a llorar. Eso que canta parece su lema, y así terminó una hora de arte puro tras la que el público le rogó "otra". Rosalía dio las "boas noites" a A Illa y se marcó un bis que dejó ganas de mucho más.
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